Opinión

Persiguiendo un sueño

Persiguiendo un sueño, es el título de la fotografía que cuenta la historia de 8 jóvenes de ocho lugares del mundo, cuyas vivencias tienen que ver con cada uno de los Objetivos del Desarrollo del Milenio, propuestos por la Organización de las Naciones Unidas en el año 2.000.

Estos objetivos representan un compromiso de cambio para mejorar la calidad de vida de la humanidad a cumplir para el año 2.015, y se difunden como 8 grandes designios que responden a dos problemas principales: la pobreza extrema y la sustentabilidad ambiental.

El sueño de las personas que viven en una pobreza extrema, es un sueño tan corriente, tan sencillo y tan lógico, es vivir como tú y como yo. Si estuviésemos nosotros en su situación, te lo imaginas, ¡puedes por un instante a caso imaginártelo!, ¿tendrías ese sueño? Sueñan, porque todos soñamos, aunque ninguno entiende, porque sus sueños no se cumplen y los de otros sí. Morirán sin cumplir su sueño. ¿Los dejaremos morir sin cumplir su sueño?

Si reducimos el mundo a tamaño miniatura de una aldea de 100 habitantes, 70 habitantes no serían blancos, no sabrían leer y no serían cristianos, la riqueza y el poder las tendrían 6 personas, 14 seríamos de economía media, (por ejemplo, tú y yo) y 80 vivirían en condiciones infrahumanas, Al analizar nuestro mundo desde esta perspectiva tan comprimida es cuando se hace más apremiante la necesidad de aceptación, entendimiento, y educación.

Si te has levantado esta mañana con más salud que enfermedad, entonces eres más afortunado que los millones de personas que no sobrevivirán esta semana.

Si tienes una casa para vivir, un trabajo, comida en el frigorífico, ropa en el armario, eres más rico que el 75% de la población mundial.

Si tienes dinero en el banco y una familia con unas buenas relaciones sin conflictos, y tres amigos de verdad, eres una persona muy rara.

Si estas leyendo mi artículo eres mucho más afortunado que los más de 2.000.000.000 de personas en este mundo que no pueden leer.

Nunca ha existido una sociedad que posea tanta prosperidad económica y a la vez posea tanto nivel de estrés. Las tareas se suman unas a otras, obligaciones y compromisos se amontonan salvajemente a lo largo de nuestros días, dejándonos intranquilos, exhaustos y proclives a dar paso a las inhibiciones, la impaciencia y la molesta autocompasión. Para la mayoría de nosotros, la vida de consumo, en la que nos hemos metido, ha comenzado a parecerse cada vez más a un tiovivo que gira cada vez más rápido con cada día que pasa, hasta que nos movemos tan rápido que nos da miedo bajar, peor aún, así como ese juego de las ferias, ¡no importa cuán rápido vaya, no se llega a ninguna parte!.