Opinión

Peladilla al viaje a USA

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Al hilo del pasado viaje de Miguel Sanz a USA, nos permite hacer la siguiente reflexión. ¿Son convenientes, son eficaces, este tipo de viajes?



Realmente intentan ser una réplica, de ciertos viajes de Estado donde a las más altas autoridades se les unen empresarios. Después, se supone, de un fuerte trabajo realizado por los servicios diplomáticos, que planifican bien las cosas, para conseguir el mayor impacto posible en la sociedad visitada.



La calidad de las visitas a realizar, bien seleccionadas, junto con el patrocinio de algún evento de carácter cultural con fuerte repercusión popular, a ser posible. Nunca se olvida la necesaria faceta del business, por ello incorporan a algunas de las mejores empresas multinacionales del país, que acompañan a las autoridades, aprovechando la ocasión para firmar algún tipo de convenio de colaboración, o la adjudicación formal de algunas grandes obras u operaciones estratégicas, que son presentadas como fortalecimiento de la relaciones entre los Estados.



El efecto contagio hace que desde las autonomías proliferen este tipo de viajes a imitación de los viajes de Estado.



Lamentablemente, no siempre son bien aprovechados, por que las autoridades son de segundo nivel, y se centran, la mayor parte de las veces, en la visita a los núcleos de ciudadanos españoles -con origen de la comunidad autónoma respectiva-. La falta de interés y consiguiente poca notoriedad, la suplen con dinero adicional, contratando agencias locales especializadas en Comunicación. La realidad es que por desgracia, estos viajes son más seguidos por la prensa de aquí que por el impacto en los Medios de allá.



Nuestras autoridades, a estas alturas de la película, deberían dejar en paz a los interesados, para que cada empresario haga lo que tenga que hacer, y ellos limiten su actuación a gobernar con austeridad la actual crisis...



Muchos conciudadanos lo están pasando muy mal. Deben abandonar el lamentable espectáculo de arrogarse en su haber, lo que hacen otros, y desde luego no acompañarse de los “palmeros” de turno. ¡Qué país!