Opinión

Peladilla al pago a terroristas

El espectáculo ha sido desolador. Buscar soluciones pragmáticas por parte de las familias y amigos de los secuestrados, tiene su lógica, pero rescatar a los secuestrados pagando a los terroristas, implicándose hasta las cejas el aparato del Estado -con el canje de un terrorista juzgado y condenado en países amigos, y el pago de una fuerte suma de dinero- es letal para nuestra democracia. Todo ello ha sucedido con los activistas catalanes, comprometiendo nuestro futuro al fomentar una cultura de debilidad del Estado ante los desgraciados secuestros que estamos sufriendo en los últimos tiempos, tanto de pescadores como de miembros de ONG.

Son muchas las razones para no pagar a los secuestradores. El pago es inmoral, porque contribuye a reforzar al que ataca, detiene, extorsiona y asesina en su caso. Políticamente nos debilita y contribuye a dotarles de más medios, para proseguir en su senda terrorista. El no pagar no nos hace cómplices en el caso de fatal desenlace, pues la responsabilidad es exclusiva del que detiene, extorsiona o asesina. El pagar debilita, tanto a las fuerzas armadas, como a los servicios de inteligencia, por la utilización errónea de los fondos reservados y la falta de principios en la lucha contra los terroristas.

La política de cesión tras cesión, contribuye a consolidar la mala fama que este Gobierno español se está haciendo acreedor. Muestra ante el mundo, que no somos un país que aguante los retos, objetivamente anima a los terroristas a golpearnos más veces. Veremos si el dinero entregado no termina siendo utilizado contra nuestros compatriotas en otras latitudes, como Afganistán.

Su lectura interna es muy negativa, los etarras han tomado muy buena nota, de cómo un gobierno débil se arruga y no cumple en unos casos lo que dice cumplir en otros y ¡se hacen ilusiones! La capitulación de nuestros gobernantes, nos debilita por el empleo de unos medios ilegítimos `justificados´ por perseguir unos fines `plausibles´, desorientando a la ciudadanía al fomentar el relativismo. Siempre nos enseñaron que el fin no justifica los medios, y lo más cutre es que nos dicen que toda la gestión del proceso, ha sido muy complicada, muy complicada, todo para enmascarar su desnorte y su deshonor. ¡Qué país!