Opinión

Paga, si quieres

Están apareciendo por doquier ratios e informaciones acerca del aumento de morosos en la banca, la empresa y el comercio, en un momento en el que se debate cómo resolver un problema aún sin solucionar que acarreó una Constitución hecha aprisa y corriendo, y la aprobación del Estatut catalán: La redistribución de los recursos. Y veo en ello un paralelismo chocante con la “Morosología” que define el profesor de la Escuela de Administración de Empresas, Pere J. Brachfield.

Este buen hombre sabe del término “impagos”, y llama “moroso” al que paga tarde; “tramposo” al que no paga, y “moRRoso” al que utiliza a los demás como alternativa a su deficitaria financiación. Y estas definiciones recuerdan un poco las falsedades de esta España nuestra.

Aquí, las 17 comunidades no comparten ni coordinan el agua, el pan, ni la sal, se pelean para repartir y gestionar los impuestos recaudados, yendo a su aire en demasiadas cosas. Duplicando o anulando servicios públicos, al pairo de algunas autonomías que arrastran déficits galopantes, soportan un 20% de economía sumergida sin que ello las sonroje. Asumiendo inmigrantes mientras los Planes de Empleo Rural mantienen trabajadores sin trabajar. Y donde, para colmo de males, la propia Administración Pública campa por sus destinos no respetando la Ley y pagando a sus proveedores en unas fechas que avergüenzan a cualquiera que mire las estadísticas europeas, después de ser los últimos de Europa, al retrasarnos casi dos años y medio en trasponer esa Directiva.

Visto así, si ni siquiera para pagar somos capaces de ser formales imponiendo unas normas elementales, ¿cómo cabría esperar que nuestros políticos solucionen el problema más allá de generalizar y llamar insolidarios a los catalanes y privilegiados a vascos y navarros? Pagamos justos por pecadores...