Opinión

Nunca es tarde para dejar el tabaco

En 1989, la OMS designó el 31 de Mayo como Día Mundial contra el Tabaquismo, para alentar a los fumadores a dejar de fumar y para incrementar el conocimiento del público sobre el impacto que tiene el tabaco en la salud.

Cada año se producen casi cinco millones de muertes por enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco. Para luchar contra este problema, hace falta un movimiento internacional, que la OMS trata de liderar a través de este día. El objetivo es reducir el consumo de tabaco en todos los países y en función de los distintos grupos sociales, así como el catálogo de enfermedades derivadas del hábito.

Durante los últimos años, la sociedad española, recibe las noticias que los profesionales de la salud y los responsables ministeriales proporcionan sobre la nocividad del tabaco.

Mensajes como que cada ocho segundos muere una persona en el mundo por consumo de cigarrillos; que uno de cada dos individuos que comienzan a fumar en su adolescencia morirá precozmente por ese hábito nocivo; que el tabaco causa patologías tan frecuentes como el cáncer broncopulmonar y de laringe, el grave problema del tabaquismo pasivo ha calado tan profundamente entre los ciudadanos que, una vez más, se adelantan a sus políticos y demandan acciones enérgicas.

El tabaco es una droga que provoca adicción, cuyos efectos, al ser a largo plazo en su mayor parte, no alarman al individuo. El consumo de tabaco se encuentra muy arraigado y socialmente aceptado, afectando de una forma especial a los adolescentes y jóvenes, como sector de la población más vulnerable.

Los gobiernos estatal y autonómico han elaborado una serie de leyes para limitar la elaboración, venta, publicidad y consumo de tabaco. Las leyes tienen un efecto sancionador que en este caso puede motivar en cierto modo la disminución del consumo pero difícilmente erradicarlo si no van acompañadas de otras políticas de desintoxicación y concienciación.

Se trata de que las personas que fuman tomen conciencia de qué producto consumen, de las consecuencias que puede acarrear y de cómo la publicidad puede incidir en la necesidad psicológica del tabaco.

La publicidad y la promoción del tabaco se dirigen, básicamente, a incitar a los adolescentes a que empiecen a fumar. Casi el 95% de los fumadores lo empieza a hacer antes de los 18 años, la mayoría de edad legal.

El precio del tabaco en nuestro país es de los más bajos de la Unión Europea a pesar de que el Banco Mundial recomienda repetidamente la subida de precios, conocedor de que una subida de un 10% significa un 5% de descenso del consumo, especialmente en un grupo de población con escaso poder adquisitivo como los niños y adolescentes.

La venta a menores de 16 años está prohibida en España y, en algunas comunidades autónomas, hasta los 18 años. Sin embargo, esta prohibición se incumple de forma sistemática por la proliferación de máquinas de venta automática como estrategia deliberada para burlar esta normativa. Sólo hasta que se legisle para que los únicos puntos de venta sean los estancos, los niños seguirán teniendo fácil acceso al tabaco.