Opinión

Nuestro río: El Alhama

En estos momentos se está redactando el Plan de Cuenca del Alhama; podríamos decir que, básicamente, se trata de diseñar qué queremos y esperamos de nuestro río para los próximos años, así como qué estamos dispuestos a ofrecerle.

De este modo, se han venido realizando diferentes sesiones de trabajo con los distintos agentes que tienen algo que decir al respecto, conjuntamente con la Confederación Hidrográfica del Ebro, y los Gobiernos de Aragón, Castilla-León, La Rioja y Navarra por cuyas tierras discurre el curso del Alhama, o cuyos territorios tienen incidencia en la Cuenca.

Cintruénigo, aparentemente, ha vivido de espaldas a su río. Y digo aparentemente porque en realidad toda nuestra historia gira en torno a sus aguas. El esfuerzo de muchas generaciones de cirboneros ha hecho posible una red de acequias y regadíos que aprovechan al máximo todos los recursos hídricos. Tenemos varias Balsas de regulación que embalsan el agua para períodos de escasez y antepasados nuestros –y de Tudela también- fueron capaces de crear el primer trasvase de agua, con la construcción del río de las Minas y el túnel del Boquerón para trasvasar agua del Alhama a la cuenca del Queiles.

El Alhama nos ha dado mucho y nosotros no le hemos correspondido como se merecía. Sí, sabemos que está ahí; acudimos a ver sus “yasas” y asistimos a la traída de las vacas, por aquello de ver que trae algo. No hemos sabido corresponderle. Lo hemos secado, le hemos arrojado nuestras basuras, lo hemos convertido en nuestro sumidero más cercano.

Pero, de un tiempo a esta parte, algo está cambiando. En estos días de San Juan lo hemos visto vivo, con su “sangre” corriendo de nuevo, dando verdor a sus agostadas orillas, savia a sus sedientos sotos y agua a sus exprimidas entrañas; en definitiva, lo hemos visto dar vida.


Cuánto nos gustaría que siempre estuviese así!

Pues el Plan de Cuenca representa una extraordinaria herramienta para conseguir esta vieja aspiración. Y su regulación es una cuestión que no puede esperar más. Los embalses de cabecera, Cigudosa-Valdeprado y Villarijo han sufrido multitud de vicisitudes y, por desgracia, todavía no tenemos nada de nada.