Navarra, junto con Madrid, Cataluña, Cantabria y Asturias es una de las comunidades mejor preparadas para afrontar casos de ictus. Esta enfermedad registra unos 130.000 casos al año, el 75% de ellos en mayores de 65 años, aunque, sin embargo, entre un 10 y un 15% de estos episodios los sufren pacientes más jóvenes y, cada vez más, en personas entre los 35 y los 55 años de edad. Las causas de este fenómeno relativamente reciente es provocado por los malos hábitos de vida y acarrea graves consecuencias también a nivel económico y social.
En los pacientes con menos de 35 años, el ictus se produce porque existe algún tipo de anomalía congénita o problema de coagulación de la sangre de tipo genético, y poco se puede hacer porque, excluyendo el tema de las drogas, que sí pueden producir ictus en gente joven, el resto de los que lo padecen presentan malformaciones congénitas que no se pueden detectar y que suceden de forma repentina.
Por otro lado, los pacientes entre los 35 y los 55 años que sufren infartos cerebrales y hemorragias por los malos hábitos de vida, no se han medido nunca
la presión arterial ni saben qué
es el colesterol, viven estresados, al límite, y no saben el factor de riesgo al que están expuestos.
