Opinión

Navarra frente al Síndrome del Colonizado

“Es bien sabido que los pueblos que han sido conquistados y colonizados, se caracterizan psicológicamente por una serie de rasgos personales y pautas de comportamiento, que pueden ser agrupadas dentro de la etiqueta, Síndrome del Colonizado”. José Tomás Bethencourt Benítez

Tal y como he manifestado a lo largo de numerosos escritos, creo firmemente que en la actualidad está madurando, incluso de una forma acelerada, las condiciones objetivas con las cuales lograr la tan ansiada recuperación de la soberanía de nuestro Estado, Navarra. Corresponde a nosotros, los navarros con una conciencia avanzada, firme e indeclinable, crear y desarrollar las condiciones subjetivas para que este importantísimo hecho histórico para nuestra Patria Navarra llegue y se dé, al coincidir de manera armoniosa, las imprescindibles condiciones objetivas y sujetivas para este proceso vital, único camino verdadero, con el cual alcanzar nuestra anhelada libertad.

Una vez reconocido por nosotros, los navarros, el problema que tenemos los dentro de estos parámetros, es preciso y necesario continuar con el trabajo urgente e imprescindible, encaminado a estimular la concienciación necesaria para que nuestro pueblo asimile de una vez por todas su realidad histórica, la cual está sumergida en una estructural crisis que fatalmente nos golpea y cuya única solución está en la rotura de las cadenas coloniales, culpables de esa realidad después muchos y largos años de opresión.

Un acto de esta naturaleza presenta extensas y complejas dificultades, que exigen una adecuada estrategia del movimiento soberanista navarro, buscando adaptarse a la realidad histórico-cultural desarrollada a lo largo de esos siglos, con presencia significativa de colonos, agentes directos de los imperios invasores, en cuyo dilatado período se nos ha impuesto y apuntalado unos modelos culturales socio-políticos, no solo corruptores de nuestra realidad navarra, sino paralizadores y alienantes, que han venido falseando y deformando la cultura socio-política de Navarra, implícitamente la personalidad del navarro y cuya bestial influencia llega a términos que sobrepasa lo imposible, para llegar incluso a lo pasmoso.

Al observar la sociedad navarra actual, en todas sus capas, comprobamos que son numerosas las muestras de victimismo, además son patentes y sangrantes la falta de autoestima y amor por lo propio en muchos navarros, llegando incluso a extremos insoportables de pérdida de la dignidad, que se suman a una división visible, facilitando en gran medida las labores colonialistas de los imperios español y francés, que incluso les son válidas para negar u ocultar la existencia del Estado soberano de Navarra a lo largo de la historia mundial.

Españoles y franceses trabajan incansablemente dentro de las divisiones territoriales a las que nos han impuesto a los navarros, desde los tiempos de las sucesivas invasiones y ocupaciones del espacio natural de los navarros. En cada comarca actúan según sus necesidades imperialistas, impulsando la negación de la navarridad en unas zonas, calumniando o incluso negando cualquier expresión de la cultura propia navarra en otras regiones y reprimiendo sin miramientos en todas ellas, cualquier atisbo soberanista realizado por los navarros.

La cultura socio-política siempre ha constituido un elemento indispensable en la idiosincrasia y en la identidad de cada individuo y en consecuencia del conjunto social al cual pertenece. El hombre, por tanto, actúa de acuerdo a lo que piensa y cree, en consecuencia, la cultura recibida determina en gran medida las pautas de conducta del hombre, de ahí que sea controlada desde los estados imperialistas, buscando el sometimiento de aquellos pueblos a los que ha invadido y ocupado, intentando alcanzar la conquista definitiva, mediante la eliminación de cualquier rasgo propio de esos pueblos.

Hay pruebas más que suficientes a lo largo de estos largos siglos, que nos demuestras como los colonialistas españoles y franceses, tuvieron claro desde muy temprano, que para dominar a los navarros había que destruir la cultura socio-política autóctona e imponer las suyas, realmente extrañas a los navarros, no dudando para ello el tener que falsificar, robar, destruir, excomulgar, ocultar, mentir, asesinar, esclavizar, etc.

Esta colonización, sustentada en la imposición militar, religiosa, política, lingüística y cultural sufrida por navarros, sumada a una aculturación en la materia Estatal propia, es tan fuerte en la Navarra Plena o Vasconia que ha creado un individuo diferente, ya que la colonización lastra por tiempo indefinido al pueblo que la sufre, secuestrando el peso específico de su propia o viable identidad, llegando a mentalizar negativamente a sus individuos, en los que se desarrolla un Complejo del Colonizado, que se hacen recelosos de sí mismos, infravalorándose, ocultando sus pensamientos, su identidad, su cultura y llegando incluso a sentir desprecio por sí mismo.

Esos pensamientos se van haciendo más fuerte con el paso del tiempo y la permanencia incesante de la colonización. Se establece incluso una división capital, con una cara exterior, donde se adopta totalmente la cultura socio-política impuesta, llegando incluso a ensalzarlas, supervalorándola hasta el extremo de nunca discutirla. Y otra cara interna, donde sobreviven enterrados elementos de la vieja cultura, como las tradiciones y leyes propias. Lentamente, con el paso del tiempo, se realiza una simbiosis. Esta mezcla cultural que origina una cultura especial, la de un pueblo colonizado cuyo punto de arranque es la conducta histórica del pueblo sometido o conquistado, frente a la postura cerrada e invariable del colonizador.

Así, el Complejo o Síndrome del Colonizado es visible a través de un conjunto de características extremas, como la de colocar a la metrópoli o estado invasor, no en un lugar importante, sino divino. Es tan enorme y aplastante la subvaloración de su personalidad que se carcajea, se burla, se mofa y se menosprecia a sí mismo y a su pueblo, debido a una prolongada sumisión y sometimiento, impotencia y represión. La práctica del indigno servilismo es otra manifestación de ese síndrome, también como consecuencia de lo antes expuesto, al ser portador de colosales cuotas de miedo.

En términos generales la cultura actual del navarro se caracteriza por: una apariencia noble, tranquila, trabajadora, sosegada, solidaria, dispuesto a ayudar a sus semejantes, con una elevada capacidad de adaptación a las circunstancias y al medio, pero siendo generalmente muy desconfiado, apreciándose en él grandes dosis de miedo, de ideología mayoritaria conservadora, careciendo en términos generales de un exaltado sentido ambicioso, mostrándose en muchos casos apático y desinteresado ante los fenómenos socio-culturales que lo envuelven, pero esto último es sólo en apariencia, pues es un gran observador, es flexible y condescendiente fuera de su entorno más íntimo, estando siempre está dispuesto a dar una salida socarrona o jocosa a las dificultades, teniendo una menor capacidad de protesta y reclamo de sus derechos, recordando y observando los deberes y obligaciones impuestas, mientras simula olvidar sus derechos.

Los navarros, a día de hoy tienen un deseo permanente de pasar desapercibido, rechazando al figurón inmodesto o prepotente, no abundando los navarros presuntuosos, pedantes o petulantes. Existe en el hombre navarro una fuerte predisposición a exagerar el valor de lo foráneo y ensoberbecerse a así mismo y a su conjunto social, muchas veces determinando esa tendencia un desprecio a sí mismo y a su conjunto social, el navarro es muy susceptible al halago, poseyendo una alta dosis de romanticismo político, marcado por la melancolía y el pesimismo, que muchas veces llega a somatizar.