Opinión

Momenticos cirboneros

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Alguien que no conozca las fiestas de las localidades navarras pensará que todas son iguales, que son como unos Sanfermines en pequeño. Pero, aunque teniendo actos iguales o similares y aunque todas se viven con una intensidad insuperable, cada localidad tiene sus momenticos y hoy quiero destacar algunos de esos momenticos cirboneros, tal y como me sugirieron algunos vecinos.

Para empezar, hay que trasladarse en el calendario al domingo anterior del comienzo de las fiestas (7 de septiembre), donde en Cintruénigo se calientan motores con la traída de las vacas por el río Alhama, acto que genera un ambiente insuperable y en el que se congregan miles de cirboneros y también forasteros.

Uno de sus atractivos tiene que ver con saber cuándo empieza pero que no cuándo termina. Eso queda la mayoría de las veces a merced de las reses, que constituyen el atractivo de la jornada, bien por la expectación de cuántas vacas se escapan ese año como por los recortes que les sacan los atrevidos del lugar o por los revolcones que propician a los más torpes de la villa. Éstos muchas veces hubieran preferido una reprimenda de sus padres o pareja que los varetazos y revolcones de esa vaca que no olvidarán nunca.

En varias ocasiones he manifestado que el acto que más me gusta de cualquier fiesta es el cohete, por la explosión de alegría y fiesta que supone en todas las localidades. Pero al de Cintruénigo se suma algo que me llama la atención y es la unanimidad y efectividad con la que inmediatamente al disparo la mayoría de congregados se ponen a bailar en torno a las dos parejas de gigantes carboneros. Sin duda es algo muy colorista y, desde luego, emotivo, ya que pone de manifiesto el cariño de un pueblo por sus altos embajadores, incluso en Estrasburgo.