Una cosa es clara hoy día, una cosa que todos nos atrevemos a asegurar, a
confirmar, a aseverar, e incluso a prometer o jurar, depende de cada cual.
La afirmación referida es que la ética deja paso al dinero, y frente al
dinero, nada, NADA de nada, tiene freno.
Anunciar si Dios existe o no existe, es de locos, ponerlo a pasear por una
valla publicitaria o por un autobús urbano no lo es menos.
Hay cosas que no se pueden consentir, por dinero; o como dicen y se ha
dicho ni por todo el oro del mundo.
Si no te lo crees que más te da ponerlo en un autobús, en una pared u en
una pancarta, allá tú. Pero para los que creemos, los que nos lo ponemos
en el corazón, en el actuar de cada día, no nos hace gracia, no nos hace
ninguna gracia que se trata a Dios o a vuestro “dios” como quien anuncia
cualquier cosa.
De verdad es que nos duele, y es por ello, por lo que lo hacen así, para
“darnos donde más nos duele”. Son malos, muy malos, pero tal como no creen
en nada, no son capaces de considerar la existencia del que se ha dado en
llamar el anticristo, lo antagónico a Dios, pero claro ellos, no se pueden
enfrentar a él, no creen. Y sin embargo para nosotros actúan como si
fuesen la imagen de este ángel expulsado.