Opinión

Matar legalmente en nuestro país

¿Quién es el asesino?

Desde que en 1985 se despenalizaron varios supuestos para poder quitar la vida al no nacido, en España es posible matar legalmente. Algunos dirán que el niño en el vientre de la madre no es vida humana todavía, pero ¿qué fuimos cada uno de los mortales antes de ser lo que hoy somos? ¿una planta? ¿un microorganismo? ¿una cría de otro mamífero? Esto que parece bastante claro, parece que para nuestra ministra Aído no lo es, ya que declaró: "Un feto es un ser vivo, pero no podemos hablar de ser humano”. Sólo desde esa superficialidad se comprende la falta de escrúpulos ante la nueva ley del aborto, más asesina que la anterior si cabe.

Se argumenta que se trata de evitar grandes sufrimientos y dificultades a la madre, matando al hijo en su vientre. Sin embargo, este argumento no puede ser válido hablando de algo absoluto como el valor de la vida. Hoy en día es común ver que muchos padres tienen dificultades con sus hijos adolescentes, imagínenense que dichos padres cansados de tener que enfrentarse con su hijo continuamente, un día deciden matarle. Si esto ocurriese, seguro que saldría en la seccion de sucesos de todos los periódicos, “padre agobiado con su hijo, le mata”, o algo similar nos podríamos encontrar en los titulares de los periódicos. Seguro que la opinión pública lo mínimo que pediría para ese padre es la cárcel. En la sociedad está aceptado que el que mata tenga cárcel, pero si al que se mata es al no nacido no está tan bien aceptado. Hoy, igual que ayer, se puede matar al no nacido impunemente y es legal.

La responsabilidad política

Sin embargo, es interesante preguntarnos por qué nadie, ni siquiera los provida, proponen que vaya a la cárcel la mujer que aborta (sea adolescente, mujer trabajadora, inmigrante...). La respuesta es evidente. La sociedad entera se da cuenta que el aborto no es un acto libre. La mujer es también víctima del gran engaño del aborto como “solución”. Víctima en algunos casos de un mercado al que interesa que se entienda la sexualidad como un objeto de consumo. O aún peor, víctima de un sistema económico y político, que la condena a unas condiciones laborales en las que se le impide ser madre. Empleos esclavizantes, condiciones de explotación y separación forzosa de su familia y su red social, amenazas de expulsión, persecución, despido, paro... este calvario lleva a muchas mujeres a la desesperación del aborto. Pero el responsable político, y el sistema económico, se lavan las manos dejándola a ella como única responsable de la decisión “libre” del aborto. Y esa decisión la condena a un dolor aún mayor. Una amiga matrona nos comentaba que todas las mujeres que ha visto abortar salen llorando. Todas.

Este imperialismo nos quiere esclavos. Y el aborto es otra forma de someternos, por eso la mayoría de los abortos en el mundo, y en España, se dan entre los más empobrecidos y explotados. Por tanto, el aborto es un crimen político. Un crimen contra los débiles para tenerlos más dominados, manipulados y así poder explotarlos mejor. Si estamos contra el aborto, debemos luchar contra el paro y la expotación, contra el hambre provocada por la injusticia. Debemos crear un mundo donde los adultos puedan tener un hogar, trabajar dignamente y mantener a sus familias con un salario justo.

Nosotros también somos responsables

Estas ministras de nuevo cuño, vividoras del socialismo, que no socialistas, se ríen y se felicitan, ¿de qué?, de sacar adelante una nueva ley que convierte en derecho el asesinato. Con esos aires de progresía se creen nuestros gobernantes con el derecho de hacer lo que ellos quieran, pero habrá que recordales que no porque estén en el sillon acolchado del poder pueden hacer lo que les venga en gana contra los débiles. No moverán un dedo contra el paro y la explotación, no defenderán a los inmigrantes que mueren en las aguas, sino que perseguirán a los que no tienen papeles, justificarán a los explotadores y subirán los impuestos a los empobrecidos. Y si las mujeres no pueden tener hijos, les ofrecerán el “derecho” a matarlos. A los que han justificado la anterior ley del aborto, y a los que justifican esta, les decimos con Gandhi: “la ley de la mayoría no tiene nada que decir cuando le toca hablar a la conciencia”.

Los socialistas de hoy no quieren ni por un segundo analizar el significado de las siglas del partido al que pertenecen, unas siglas cuya historia han traicionado. Los militantes obreros que han dado su vida por el socialismo no permitirían que unos vividores como estos se llamaran “socialistas” mientras pisotean a los débiles y enriquecen a los más ricos. La izquierda real siempre ha defendido la vida del débil.

Y ante esta nueva ley de plazos, ustedes los del PP no se rasguen las vestiduras, pues en sus ocho años gobernando, no derogaron la ley del aborto que estaba vigente, sino que hicieron aumentar el aborto, porque en el fondo están de acuerdo con que así sea. Ustedes tampoco quieren cambiar un sistema de explotación y de falta de democracia que causa hambre, paro y aborto.

Este panorama político nos plantea a los educadores, trabajadores, y cualquier persona con un mínimo de sentido común empeñarnos en transformar este sistema político y económico que está condenando a nuestros jóvenes a un 30% de fracaso escolar y un 40% de paro. Esto sería insostenible sin un ambiente cultural y social que “fabrica” jóvenes sumisos y manipulados, sin apenas conciencia crítica. A imagen de los adultos que les educamos.

El joven necesita ver en nosotros una respuesta adulta, combativa, solidaria, política. Porque las causas de estas injusticias también son políticas. Los verdaderos educadores, como Milani, quisieron liberar a sus educandos empeñándose con ellos en una tarea de comprender y transformar el mundo desde sus estructuras. Milani decía I Care: Me importa todo.