Opinión

Maravillas de postín

Los ociosos ciudadanos del mundo rico acaban de elegir, vía internet y mensaje de móvil, las siete nuevas maravillas del mundo, y a uno le sorprende ver el catálogo turístico que han conformado con su sesuda elección.

Cien millones de aburridos han abandonado por un momento sus tediosas vidas para participar en esta suculenta votación pública de lo mejor del planeta, incomprensiblemente auspiciada por la propia UNESCO. El organismo, dependiente de la ONU, salvó un poco la cara de la mano de su ex director español, Federico Mayor Zaragoza, que recordó que más de la mitad de la población del globo no dispone de ese tipo de servicios para participar en semejante timba, pero aún y todo la iniciativa de la Fundación creada por el aventurero suizo Bernard Weber siguió adelante y, para colmo de males, se ha tomado tan en serio que hasta parece que se va a elevar a los excelsos altares de la modernidad semejante pantomima. ¡Increíble!

Sorprende el éxito de un negocio tan redondo para El Corte Inglés y toda esa retahíla de empresas y entidades que han participado en tan particular selección -como montaje de marras, pugna concursal, subasta mediocre, se podría definir mejor- pero más que todo eso, que no es baladí, entristece ver cuán poco ven en la tierra quienes miran a través del cristal de postín de un montaje que humilla y sonroja al limitar a 21 “maravillas” preseleccionadas de las que elegir 7, un mundo que, afortunadamente, acumula belleza que una vida no alcanza a conocer y admirar...

Es lo que tiene la pobreza de espíritu: ¡Nos conformamos con cualquier cosa! Mariano