Opinión

Los ideales

En estos tiempos que corren, tener ideales es casi imposible. Vivimos ensimismados y los mensajes permanentes de la brunete mediática y el pensamiento único nos uniforman y conducen, a un punto, que de forma completamente inconsciente dejamos que nos lleven y organicen nuestras vidas.

Sin embargo, como ya dijera Lamartine, el ideal no es más que la verdad a distancia. Y el hecho de tenerlo, la demostración de que uno aún se mantiene vivo y con cierto grado de consciencia, llamémosle identidad. Y con un objetivo cierto: Alcanzar lo que se desea hasta convertirlo realidad.

Siguiendo la reflexión, cabría decir que la vida es una larga lección de humildad en la que las maneras y modos de sobrellevar las cosas ponen a cada uno en su sitio a cada paso porque, aunque lleguen a plantear privatizarlo, el sol sale para todos, y todos los días. Por ello, me gustaría llamar la atención y poner una pica en Flandes en favor de esas personas que, como un servidor de usted, querido lector, soportan el sambenito de que son “cabezonas” cuando sólo están siendo firmes y fieles a sus ideales y pensamientos.

Los ideales no son una marca que se compra. Son un humo que se mama y transforma el aire.