Opinión

Los deberes son clasistas

Se llama Luis. Tiene diez años y va a 5º de Primaria en un colegio de Tudela. Su padre, abogado, trabaja en una oficina;  su madre, economista, es responsable de una agencia de viajes. Luis llega a casa a las cinco de la tarde tras su larga jornada en el cole. Lleva deberes: cinco ejercicios de mates, cuatro de lengua, cuatro de inglés, tres de ciudadanía y cinco de cono. En total: 21 actividades (después de seis horas de clase).

También tiene que leer un libro del que le harán hacer un trabajo. Su padre comprueba que algunas de las actividades son preguntas más dirigidas a un adulto que a un niño por lo que tiene que explicarle qué se le pide en esa actividad. A su lado, tablet encendida, va buscando la información que Luis copia en sus cuadernos. Tras casi dos horas de trabajo, Luis recoge y se pone a jugar un ratito antes de cenar.

Miguel. Tiene diez años y va también a 5º. Su padre trabaja a turnos en una fábrica de Montes de Cierzo y su madre es cajera. Ninguno de los dos tiene estudios. Lleva los mismos deberes a casa que su compañero Luis. Cuando llega a  casa, sus padres están trabajando. El niño es listo pero al abrir el libro de cono no entiende la mitad de las preguntas que le hacen.

Responde lo que puede y otras, imposibles, las deja en blanco. Lo mismo le sucede con varias de las 21 actividades que le han puesto para casa. Cuando sus padres llegan, están reventados de trabajar. Luis les ha preparado una ensalada, que sabe le gusta a su madre, y abre una cerveza fresca a su padre. Los besa y se va a la cama.

Al día siguiente en el colegio, la profesora pregunta a Luis varias actividades. El niño las responde perfectamente. Aprobación. Qué niño más trabajador y bueno es Luis. Seguidamente, pregunta a Miguel. De las tres preguntas, dos las había dejado en blanco y la otra está regular. “Miguel no hace los deberes y, de seguir así, repetirá curso”.  Esto le dice la profesora a su madre cuando la llama. La madre ha tenido que pedir permiso en el trabajo para poder acudir.

Este es el día a día de cualquier Luis y cualquier Miguel en los centros escolares de Tudela.

La historia termina con Luis recibiendo brillantemente la orla de fin de curso mientras Miguel repite curso “pese a haber valorado su esfuerzo en clase” reza la nota al margen de la profesora.

¿Alguien va a hacer algo por remediarlo? Ya les respondo yo: nadie va a hacer nada. Pobres niños Miguel.