Opinión

LO QUE QUISE DECIR, CUANDO NO ME DEJARON HABLAR

Los valores morales propios del sistema han de prevalecer sobre los intereses de grupos o estrategias partidistas.



El gobierno local actual en Azagra es un ejemplo de las desviaciones propias del autoritarismo y despotismo. Es fácil observar, que no demostrar, conductas de favoritismo y otras que no son explicables sin presuponer una corrupción de los representantes públicos.



El Ayuntamiento de Azagra es una estructura cerrada que trata de utilizar su soberanía en beneficio de la misma y no en beneficio de sus titulares que son los ciudadanos, todos los ciudadanos. El consistorio no sólo está incumpliendo con el deber que le corresponde respecto a los más desfavorecidos a través de las prestaciones sociales, imprescindibles para superar las situaciones de desigualdad, sino que olvida a los ciudadanos que carecen de contactos en el Ayuntamiento. Cuando vuelva, una vez más en poco tiempo, Doña Yolanda Barcina para inaugurar el Paseo a La Barca podría visitar también la Calle Mayor de Azagra. ¡No se marginan señora, los marginan!



Estas actitudes han de ser rechazadas porque implican un talante autoritario, un desprecio de los valores y reglas del sistema democrático.



Las autoridades deben reflexionar sobre el significado de las instituciones y rechazar cualquier instrumentalización de las mismas, de los medios públicos de cualquier tipo, sean de poder o económicos, para la autoprotección de los intereses personales, partidistas de clase o grupo, eliminando cualquier concepto patrimonial de las instituciones. Es una exigencia de la responsabilidad política suprimir el proteccionismo intrapartidista o entre los miembros de la clase política que implique impunidad frente a cualquier actuación irregular. Ni siquiera el disponer de partidos políticos de posiciones diferenciadas nos protege en Azagra de que se cubran las espaldas unos a otros.



Si no se actúa de esta forma, la instituciones se convierten en un mercado de AFICIONADOS que utilizan los medios económicos a su alcance para conquistar las estructuras del Estado en beneficio propio, lo que sin duda pondrá en grave riesgo la paz social y la convivencia.