Opinión

Lo importante no es la economía (I)

No adelantará las elecciones, seguirá subsidiando a posibles votantes, subirá impuestos y esperará a que los demás nos saquen de la crisis, no importa más tarde. Para ZP lo importante no es la economía, lo importante son sus valores, sabe que los principios morales son los que organizan jerárquicamente las necesidades de los ciudadanos. Él sigue su plan: ahora toca la liberalización del aborto, restricciones a la libertad religiosa, y su adoctrinamiento en las escuelas. ZP se centra en bascular lo ideológico a su favor, para ello v. gr. abusa del pacifismo simplón, exagera el cambio climático, su solidaridad es sectaria, el aborto lo plantea como un derecho, sus enemigos son la derecha y la iglesia. Le puede salir bien o mal, los votantes decidirán.

A los políticos les deberíamos exigir que fuesen más explícitos en sus políticas de largo plazo ¡quizás así! reducirían su populismo e intervensionismo. La creciente intromisión del Estado -con la extensión de la cultura del subsidio- es un factor que entorpece la consolidación democrática. Necesitamos tener conceptos claros que nos permitan analizar la complejidad de un mundo cambiante. Huntintong acuñó el de gobernabilidad, al distinguir que lo más importante no es la forma de gobierno, sino el grado de gobierno. Una sociedad democrática necesita una real división de poderes, donde funcionen los contrapesos que dan en la práctica gobiernos complejos, que evitan en gran medida la inestabilidad. La gobernabilidad será más fácil en estados que no sean muy extensos y que cuenten con más sociedad civil.

Hoy Europa está en declive: por la falta de confianza en sus propios valores: de esfuerzo, de austeridad, del cristianismo, de la familia tradicional, del respeto a la vida, de la autoridad de padres y maestros, de una educación exigente. Los ciudadanos son cada vez más egoístas, materialistas, hedonistas, muchos sólo piensan en trabajar poco y jubilarse pronto. En España se acepta socialmente hacer todo tipo de trampas, para sacar ventajas individuales a cargo del Estado, aún a costa de mentir. Tenemos demasiados ciudadanos acomplejados tanto por su pasado personal como por la propia historia occidental. ¡Eso sí! sobreprotegidos por los estados muchos son cada vez más holgazanes, todo ello en un entorno demoledor: de gran consumo de drogas, con alto consumo de alcohol incluso a edades tempranas, con mucha emigración ilegal, el multiculturalismo en auge, con la repulsa de los países radicales islámicos a todo lo que suene a occidental. La aparición de un nuevo tipo de indigenismo agresivo, la consolidación de la nueva dictadura china, la sobreprotección a ciertos animales en contraposición con la desprotección a los fetos humanos, con más de 4.500 expedientes anuales de agresiones de hijos a sus padres, hoy en España.

La civilización no puede darse por supuesta, necesita ser defendida en el día a día por todos, siempre está amenazada. ¿Qué debemos hacer para revitalizar la civilización occidental? Lo políticamente correcto, dice que ¡hace falta más libertad, más progreso material! Pero no es verdad, lo que hace falta es más coraje para volver a los valores que hemos relegado y que nos son necesarios para oponerlos a esos otros contravalores: hedonismo, materialismo, súper sexualidad, islamismo radical, independentismos, indigenismo. Los valores son los principios inspiradores de las instituciones y juegan un papel decisivo en la resolución de los conflictos. No hay que aparcarlos ni de la vida personal ni colectiva y sino los hacemos valer nosotros, florecerán sus contrarios.

Desde la caída del muro de Berlín, la pregunta ya no es ¿de qué lado estamos?, sino ¿quiénes somos? La respuesta no es tan fácil, en la vieja Europa estamos al borde de la decadencia. Debemos trabajar para que nuestros valores se expandan de forma pacífica, lenta pero constantemente. Hay que abandonar toda arrogancia, y trabajar con humildad por salvar la situación de declive moral, de suicido cultural, de desunión política básica. No hay más que seguir las noticias y ya ni nos escandalizamos con tanta barbaridad. Hay que evitar el florecimiento de enclaves culturales antioccidentales (grupos justificadores del terrorismo, de la poligamia, etc.). Fortalecer alianzas internas (trabajemos por un patriotismo constitucional, apoyado por la izquierda y la derecha), denunciar la confusa Alianza de Civilizaciones, buscar la cooperación con las otras civilizaciones amenazadas por el Islam radical.