Opinión

Libros de texto sin subrayar

La polémica está en la calle. La gratuidad de los libros de texto en Navarra a partir del próximo curso era una demanda ciudadana. Y ahora, cuando el Ejecutivo ha hecho caso a esas peticiones, se alzan las voces de muchos padres y madres, sumadas a las de los editores, tildando de aberración el hecho de que un escolar se vea obligado a estudiar sobre un libro ya usado que, como máximo, habrá pasado por cuatro manos. Algunos de los argumentos que dan son comprensibles y los comparto: se beneficiarán también de esta gratuidad familias con la cuenta corriente bien holgada. Todos en el mismo saco: los más y los menos pudientes, aunque para éstos la verdad es que siempre ha estado la opción de las becas.

El otro argumento, que todavía me convence más, es que nuestros hijos, a quienes tratamos de inculcarles que estudien de una forma adecuada, haciendo esquemas y subrayando (si es en rojo y azul, mejor), no van a poder llevar a la práctica esta última técnica de estudio que tanto nos ha ayudado a algunos, desde la EGB hasta la universidad. Supongo que esa imposibilidad también de tomar notas al dorso e incluso de tunear las carillas con anotaciones o dibujos que ayuden a esa comprensión, va a hacer más difícil la tarea de los profesores, que tendrán que adaptarse al sistema y reenseñar a los estudiantes a estudiar de otra forma. El lado positivo de la medida, además de que nos vamos a ahorrar un dinerillo para emplearlo donde cada uno buena y santamente quiera (muchos para cafés con los amigos, el último modelo de zapatillas deportivas o cualquier chuchería), es que quizás los chavales aprendan a cuidar los libros, que muchas veces traen a casa hechos unos zorros. A otros, esos euros les vendrán de maravilla para contribuir a pagar la hipoteca, para llegar a fin de mes o vestirse dignamente. Así es la vida.