Parece que unos y otros se van dando cuenta. La Verdura ya es uno de los valores que mejor identifican a la Ribera.
Un elemento del que tenemos que saber hacer marca, sin mirarnos el ombligo, -y con los pies en el suelo-.
Sobran las inquinas aldeanas,
los protagonismos -selectos y altaneros- de todos nosotros. Sólo cabe y sólo queda saber vender, saber vendernos. Y, claro está, a través de
la verdura tenemos fácil el hacerlo. Tenemos en nuestra mano con qué darnos a conocer, de qué dar que hablar, con qué atraer al turismo, más allá de nuestros bosques y valles...
¡Las verduras han demostrado una vez más que tienen personalidad, capacidad y tirón más que suficiente!
No vale mirar de soslayo el trabajo de Calahorra -que tomó su camino y lo está haciendo muy bien-, hay que caminar, toda la Ribera, todo el Valle, en la misma dirección, para que este valor intangible que es el saber hacer en la huerta y saber sacarle provecho en la cocina sea reconocido por la propia UNESCO. ¡Por pedir y soñar, que no quede, porque en ello va, también, nuestro desarrollo y nuestro futuro!
Así que, una vez concluidas la XVIII Jornadas de la Verdura, que ya han dejado suficientemente evidenciada su mayoría de edad y las capacidades que aporta su Fiesta, vamos
a ponernos a trabajar para ponerlas en valor como un evento de categoría nacional que dé personalidad a esta tierra... ¡Alcalde, amigo Luis Casado, da un golpe en la mesa y pon a todos
a trabajar en la misma dirección!
¡Lo estamos esperando! ¡Ya vale de improvisación! ¡La Ribera lo merece!