Nuestra percepción del mundo árabe y, en términos más amplios, del mundo del Islam, ha estado marcada a menudo en Occidente por una visión ideológica tremendamente reduccionista y fatalista: porque hemos reducido la complejidad de esos mundos a su factor religioso, manteniendo la idea de que el mismo era uniforme y monolítico, y lo hemos visto además como portador inevitable de violencia. Y fatalista, ya que se ha alimentado la idea de que “El choque de civilizaciones” (S. Huntington), de religiones, en el fondo, era inevitable. Atentados como el del 11-S del 2001 (y los de Madrid, Londres, etc.), y sus terribles secuelas bélicas, parecían reforzar estas apreciaciones…
Pero la denominada “Primavera” árabe (reconociendo la dispar situación de los países en los que ha emergido) ha ayudado a resituar aspectos importantes en esos mundos, y nos está ayudando también a nosotros a comprenderlos y ubicarnos mejor.
Por ejemplo: a).- Una mirada que se orienta más hacia dentro (los propios problemas y enemigos internos), que hacia fuera (las potencias extranjeras dominantes como causa única o determinante de todos los males).
b).- La convicción creciente y contrastada de que la movilización cívica y pacífica por las libertades y mayor justicia es un camino más eficaz hacia el cambio que la violencia.
c).- Sea cual sea su nombre, se demandan formas de organización de la convivencia y de las relaciones más respetuosas con los derechos humanos y más justas y ‘democráticas’.
d).- Frente a las visiones dominantes, ha sido importante el papel activo jugado por las mujeres.
e).- No es nada nuevo, pero se ha confirmado que, como en todas las religiones, no hay una única lectura o vivencia de las mismas. Por poner un ejemplo: el de islámicos que postulan partidos políticos liberales y laicos.
Para hablar de todo ello, el próximo martes 14 de Febrero intervendrá a las 8 de la tarde en el Palacio Decanal de Tudela Javier Aisa. Periodista. Coordinador del Área Internacional y de Derechos Humanos de IPES.
