Opinión

Las raíces de la crisis en Chad

Chad es un estado africano que para muchos representa el puente entre el norte y oeste africano con África Central. Sin embargo, esa ubicación geográfica no ha estado exenta de conflictos desde que alcanzó la independencia en 1960. La sucesión de guerras civiles, las interferencias de actores extranjeros, como sus vecinos Libia o Sudán, o Francia y EEUU desde Occidente, así como los violentos cambios de régimen han dejado “al país destruido y devastado” en numerosas ocasiones.

Este estado africano, fruto una vez más de la aleatoria y caprichosa “arquitectura estatal” del colonialismo, es el quinto país más grande del continente africano, con más de doscientos grupos étnicos y más de cien lenguas, y sobre todo un mosaico étnico y religioso. Si bien es cierto que históricamente, Chad ha sido dividido en dos zonas, una principalmente dedicada al pastoreo, con población musulmana y árabe-parlante en el norte y este (algunos lo agrupan en la llamada zona “norte”), mientras que la otra es fundamentalmente agrícola, con africanos animistas o cristianos, y conocido como “el sur”.

Esa división ha dado lugar a erróneas interpretaciones en torno a las raíces de los sucesivos conflictos que han alterado la vida del país. Es cierto que esa división ha existido, prueba de ello eran los ataques de las tribus del norte para hacerse con esclavos en el sur. La organización centralizada de los grandes imperios del norte no tenían dificultades para imponerse a unos grupos sociales menos estructurados del sur. La aparición del colonialismo francés marcará un nuevo rumbo en el contexto del país.


Si bien se acaba oficialmente con el tráfico de esclavos, los franceses “traerán consigo otro sistema de explotación” que aprovechará los antagonismos existentes. Así llevará a clasificar las fértiles tierras del sur como “Chad útil”, en contraposición al norte que se percibirá como “inútil”. La aplicación de la ideología colonialista de “divide y gobierna” será puesta en escena, y los cambios sociales generados por el colonialismo “exacerbará la polaridad norte-sur”.


Si ese enfrentamiento es importante para comprender los acontecimientos de Chad, sería simplista atribuir todos los males a esa situación. La complejidad de Chad y sobre todo la fragmentación social también deben ser tenidas en cuenta. Y aquí surge lo que algunos analistas africanos definen como “el faccionalismo” de la sociedad chadiana, que tendrá importantes repercusiones en el sistema político. Unido a ello además está también el carácter netamente militarista de las diferentes facciones.

El uso de la violencia y el formular armado como fórmula para hacerse con el poder o para mantenerlo es uno de los pilares básicos de la realidad chadiana. Un académico africano señala que “el faccionalismo más que la etnicidad es la fuerza que configura la lucha de poder en Chad. Las facciones minan la capacidad del estado para regular el orden social, ello hace que el estado sea incapaz de proveer a la población con las necesidades básicas, lo que a su vez dispara los cleavages étnicos, que llevan finalmente hacia el faccionalismo”.