Opinión

Las naciones pequeñas

Después del fuerte y prolongado desarrollo económico, el mundo que disfrutamos en los últimos años, no volverá. La crisis económica ha golpeado al viejo continente, no sólo en lo económico, sino también en lo político. Europa hoy carece de un rumbo claro, es muy lenta en la toma de decisiones y hay una profunda brecha entre el norte y el sur, lo que nos dificulta la salida de la crisis.

La nuevas potencias, China, India, Brasil, que tan sólo hace unos años apenas contaban, ahora son determinantes en el nuevo orden mundial, y su desarrollo está relacionado con las potencias occidentales. No deberíamos quejarnos, es más justo que lo países más poblados tengan mayor reconocimiento, y que la riqueza mundial esté mejor repartida. Tenemos que aceptar la perdida de peso específico, y solamente como conjunto Europa será viable, el centro de decisiones del mundo se desplaza hacia el Pacífico y está mucho más interrelacionado que antes. El futuro pasará por compartir, de menos a más, distintos círculos concéntricos de afinidades y de descentralización de poder. Para mantener nuestra influencia, deberíamos recuperar los mejores valores de nuestra civilización occidental.

Hoy, las concepciones políticas de Naciones-Estado, valen muy poco.

La dureza de la crisis y su globalización ha desconcertado a muchos de nosotros, y hoy impera un fuerte pesimismo, sobre nuestro futuro, ya que a la fuerte crisis económica se le superponen la desconfianza en la política y la falta de referentes morales. La cosa no es nueva, viene de lejos, nuestra clase política es mediocre, y la derecha económica piensa mucho en sus oportunidades económicas, y muy poco en el interés general. Nuestra joven democracia lleva treinta años consistiendo con los nacionalistas, que acentúan lo que nos desune, y ridiculizan lo que nos une. El ser condescendientes, nos ha llevado a debilitar nuestra posición, y a fortalecer la de nuestros pequeños nacionalistas periféricos, que constantemente intentan, y en muchos casos consiguen, saltarse las leyes, a la torera.

Hoy, aprovechando las actuales dificultades de España, se ponen estupendos, y pretenden que aplaudamos su intento de partición de la nación común, España. Quieren que les apoyemos en un supuesto y unilateral “derecho a decidir”. No sólo quieren que les facilitemos sus ensoñaciones, sino que pretenden que se las paguemos y les posibilitemos su engarce con la Europa común. Van de estupendos, queriendo que el resto les paguemos la cuenta, y sino seríamos unos ¡horribles opresores y reaccionarios! (sic).

¡Hasta aquí hemos llegado! Por nuestra claudicación, una y otra vez, ante sus continuas deslealtades. Hoy toca que apliquemos la Ley, seamos conscientes hacia dónde camina el mundo, fortalezcamos la Unión Europea, no seamos lloricas sobre nuestro futuro, sabemos que hay que trabajar más, ganar menos, vivir más ajustados para salir adelante, ya que el Estado Social que conocimos hoy no se puede pagar. Hay que explicarlo bien a la ciudadanía que está desconcertada, y no facilita que desde el poder no se den buenos ejemplos.

Parece que esta vez el PP lo tiene claro, hoy toca enfrentarse a los independentismos, aplicando estrictamente las leyes. El PSOE tiene un pasado más dudoso, pues su responsabilidad es grande en la actual disgregación española y en el fortalecimiento de los independentismos. La inmensa mayoría, queremos que colaboren los dos grandes partidos españoles, en la salida de la actual crisis. Hoy el descrédito, con todo merecimiento, de la clase política es muy alto, pero no debemos dar más oportunidades a las fuerzas disgregadoras, ni más concesiones, ya que nos equivocamos pensando que dar más competencias en una única dirección, sin retorno posible, era la solución.

Decir obviedades, puede sonar un poco rudo, pero ya por el año 1835, lo escribió Alexis de Tocqueville en "La Democracia en América":

Las naciones pequeñas son siempre miserables, no por pequeñas, sino por débiles.

Las naciones grandes prosperan, no por ser grandes,

sino por ser fuertes.