Opinión

Las fiestas ya están aquí

A pesar de que las fiestas patronales ya no tienen el sentido de únicas y especiales que tenían en tiempos no tan lejanos, donde entre otras cosas, era necesario que se guardaran las mejores galas para esas fechas señaladas, lo cierto es que algo tienen de especial cuando, la gente las espera como agua de mayo, aunque sean en julio en gran parte de Navarra.

Y creo que no tienen el sentido de las fiestas que se celebraran en otros tiempos, porque ahora la juerga no las marca ni la cosecha, ni la climatología ni tan siquiera los Santos, aunque a ellos se venera.

Las fiestas nos las montamos cada cual como sabe, puede y quiere. Porque también es discutible el sentido de la fiesta, y sobre todo las patronales.

Leo en la prensa que Barcina, la alcaldesa de Pamplona va a ser la encargada de tirar el cohete 2007, y dice que lo hace con la misma ilusión que la primera vez.

La verdad es que yo nunca entenderé la emoción que puede embargar al personal por el hecho de tirar un cohete, pero puestos a que a ciertas personas las deja sin posibilidad de dormir la víspera del evento, seria bueno no repetirse los mismos y que gozaran el mayor número de personas de esta satisfacción irrepetible. Imagino que es mucho pedir lo de la participación, si de lo que se trata es de chupar cámara, nadie quiere dejar pasar la oportunidad.

En fin, que las fiestas patronales, bajo mi humilde opinión, debieran ser objeto de estudio serio, y creo sinceramente, que se podía establecer un número de días algo menor. O sea que la semana, se me hace larga y que sin embargo podía reforzarse y variarse la oferta habitual, que en la mayoría de los casos cuando se aprueba el programa festivo, siempre se empieza diciendo, que es continuista. Pues hagámoslo discontinuo, diferente, probemos con otras fórmulas, equivoquémonos, que no pasa nada.

Propongo a nuestra corporación que sondee la posibilidad de acortarlas y mejorar la oferta haciéndola mas novedosa. Porque hay que reconocer que algunos espectáculos se llevan una pasta increíble, cuando el disfrute de los mismos es mínimo, y pongo por ejemplo las orquestas de la Plaza Nueva.