Opinión

La Verdura de la Tierra

Acaba de celebrarse en Tudela la Semana de la Verdura. La idea en sí, potenciar nuestros productos hortícolas, darnos a conocer y disfrutar de festejos, es buena. Sin embargo, no todo lo que reluce es oro.

Hay que recordar, nos guste o no, que la mayoría de nuestros campos se riegan con agua del Ebro. Aguas arriba de Tudela, la central nuclear de Santa María de Garoña, las centrales térmicas de Castejón, o Ebroquímica-Rohm and Haas, son algunas de las empresas que arrojan vertidos al río. En el caso de las centrales térmicas, hay que añadir el óxido de nitrógeno que emiten y que reciben nuestras huertas. Sin olvidar los fitoquímicos que los agricultores se ven obligados a utilizar en la agricultura convencional. No se trata de aguar la fiesta, sino de tener la fiesta en paz, de que la sana costumbre de comer verduras no dañe nuestra salud.

La Semana de las Verduras debiera potenciar la agricultura de cultivos controlados y limpios y rendir cuentas de las medidas de protección de la calidad del agua que riega las huertas, algo totalmente compatible con los festejos organizados. Beneficiaría a la propia agricultura y, desde luego, a nuestra salud.

Si a eso le añadiéramos cierta democratización del gasto, siguiendo con toda la programación de disfrute popular tal como verbenas, degustaciones, fuegos artificiales o toro de fuego, pero con algo más de contención en invitaciones a políticos y en nombramientos partidistas pre-electorales, en definitiva con una utilización menos partidista de la semana, la verdura de la tierra sería cada vez más sana y su celebración también.