Opinión

La Vara de Medir

Manifestaciones, algarabías, insultos, pancartas, todo era admisible como protesta por la intervención de España en la guerra de Irak. El PP gobernaba entonces y, de acuerdo o no con su política exterior, era consecuente y tomó las decisiones en consonancia con las alianzas internacionales e informó puntualmente a la opinión pública de sus actos. Los detractores de sus decisiones, tanto por ideología como por el ejercicio irresponsable de su oposición, atacaron al gobierno utilizando todos los medios a su alcance, incluida la calle que parecía suya por derecho propio.

Cuando ZP accedió al gobierno la primera medida drástica fue retirar a las tropas españolas de Irak. Era una deuda electoral que se apresuró a cumplir generando un nexo de unión entre los atentados del 11M y la guerra de Irak. Los movimientos de pancarta aplaudieron la decisión y en el congreso de los diputados el PP se quedó sólo defendiendo la permanencia en Irak.

Un año después acontece el trágico accidente de Afganistán en el que perdieron la vida 17 militares españoles. Sin haber dado ninguna explicación convincente sobre las causas del suceso, nos enteramos de que la misión de Paz se ha convertido en una guerra contra el terrorismo. Aquellos soldados que estaban en Afganistán prestando un servicio humanitario resulta que están en una guerra. No contentos con haber mentido a los ciudadanos se prepara el envío de un contingente todavía mayor a Afganistán para luchar contra el terrorismo, es decir a la guerra. Con lo que ZP ha incumplido su promesa de que el Parlamento apruebe cualquier envío de tropas.

Ante tales acontecimientos era de prever que las calles se llenasen de pancartas solicitando el regreso de nuestros soldados, que las sedes del PSOE fueran acosadas y sus dirigentes insultados, pero cómo iban a protestar contra sí mismos.