Opinión

La Universidad bilingüe

Hace unos días se debatió la conveniencia de que la UPNA, la Universidad Pública de Navarra recién llegada a la Ribera, fuera bilingüe, y Miguel Sanz dijo categóricamente que no era necesario llevar el euskera a las aulas universitarias, y estoy con él.

Una sociedad como la nuestra necesita abrir sus horizontes todavía mucho más allá si quiere en verdad ser líder, -primer mundo en la vanguardia económica-, y la Lingua Nabarrorum que denominaran los romanos es algo cotidiano, pero demasiado cercano y cerril para una comunidad tan aventajada.

Nuestro joven e insigne Sancho VI El Sabio (1150-1194) cambió el nombre al Reyno de Pamplona por el de Navarra, y su buen hacer cortesano le permitió emparentar a su hija con el rey de Inglaterra, Ricardo Plantagenet, -Corazón de León-, llegar a acuerdos con Alfonso II de Aragón para defenderse ante Castilla, y dar a conocer en Europa nuestra pequeña realidad. No sé si hablaría con unos y otros en latín, inglés, romance o euskera, pero lo importante fue que trajo prosperidad y se entendió con todo el mundo.

Entretanto, en estos tiempos modernos, UPN lo único que ha traído al Reyno es su nombre al Sadar, y una cerrazón inexplicable contra la vieja lengua, que debería ser el orgullo de Navarra, -uno más de entre muchos otros-.