Opinión

La Ribera unida

El anunciado cierre de la emblemática fábrica de sanyo en Tudela, resulta un golpe duro para la Ribera por muchas razones. Sanyo era la referencia de la industrialización de nuestra zona, y muchos la considerábamos casi como algo “nuestro”. Quizá ese simbolismo nos hace ver su marcha con un exceso de pesimismo. Sanyo vino a Tudela buscando lo que ahora encuentra probablemente en otra parte: Rentabilidad para su negocio. Aquí la encontró, y se benefició de la existencia de trabajadores y trabajadoras dispuestos y con ganas de progresar y de todo el apoyo que se le brindó desde las instituciones navarras. Sirvió, por su parte, para que se introdujeran en el mundo laboral cientos, sino miles de riberos a lo largo de cuarenta años. Sanyo se va y la empresa y los números no tiene sentimientos. Las personas si, y deben percibir todo el apoyo y solidaridad de los riberos. El futuro pasa por minimizar el daño que se va a causar. Hay que exigir y conseguir un acuerdo para el cierre que facilite nuevos trabajos para los más jóvenes y salidas dignas para aquellos que la edad les marca casi la jubilación. Si se anuncia la transformación de sanyo Tudela en centro logístico para Europa, no debe rechazarse tal posibilidad. Asimismo deben explorarse posibilidades reales de nuevos productos de la propia marca o si ello es imposible exigir de sanyo colaboración para que otra nueva empresa la sustituya y se beneficie de las ganas de seguir trabajando de su plantilla. El Gobierno de Navarra, que es quien tiene realmente capacidad de conseguir objetivos de reindustrialización. Hay que armarse de paciencia, encajar el golpe y levantarse para continuar, como el sábado pasado, con La Ribera unida.