Opinión

La respuesta a ETA es más democracia

El pasado martes ETA anunció la ruptura del alto el fuego que mantenía desde el 22 de marzo de

2006. A partir de este anuncio han sido prácticamente unánimes las voces que reclaman a ETA el fin

de la violencia para que la sociedad vasca pueda convivir de manera pacífica y democrática. Esta

decisión nos conduce a una vuelta al pasado que esta sociedad ya creía superado, donde pueden

repetirse momentos de dolor, sufrimiento, amenaza y vulneraciones de los derechos humanos.

En estas circunstancias la peor decisión es entrar en una espiral de hechos enmarcados en la estrategia

del “todo vale” para combatir a ETA. El Estado debe actuar desde un absoluto respeto a los derechos

humanos y libertades democráticas básicas. Esta afirmación es válida en cualquier circunstancia, haya

o no haya proceso de paz. De lo contrario se transmite el mensaje de que los derechos humanos y

libertades democráticas básicas quedan sujetos a la discrecionalidad del gobierno de turno y pierden su

esencia como principios elementales para la gestión de la convivencia.

En este sentido, tanto la decisión de trasladar a la cárcel a Iñaki de Juana como la detención de

Arnaldo Otegi contribuyen a la percepción generalizada en nuestra sociedad de vuelta al pasado.

Observamos con estupor cómo la ruptura del alto el fuego conlleva una reacción del Gobierno de

Zapatero basada en el empleo de los métodos ya utilizados por el Gobierno del Partido Popular: la

venganza y la exclusión. Venganza porque da la sensación de que la base para tomar ambas decisiones

ha sido únicamente responder a la ruptura del alto el fuego. Exclusión porque Arnaldo Otegi es el

portavoz de Batasuna, una formación política con un amplio arraigo en la sociedad vasca que ha

tenido un papel protagonista en el proceso de paz.

El Gobierno se equivoca de camino. La respuesta a ETA es “más democracia”. Caer en la tentación de

responder por cualquier medio supone alimentar una espiral de violaciones de derechos humanos que

ya ha demostrado sus graves consecuencias en el pasado. En cambio, la apuesta por la democracia, los

derechos humanos y el diálogo colocan a ETA en una posición en la que cada vez le será más difícil

justificar la vuelta a la violencia.

Finalmente no hay que olvidar que la sociedad vasca ha defendido y mantiene unos principios claros

para lograr una convivencia pacífica y democrática. Estas últimas decisiones vulneran las voluntades

sociales mayoritarias. Por ello, desde Lokarri solicitamos que se convoque una consulta popular en la

que la sociedad pueda pronunciarse directa y democráticamente para decir sí al fin de la violencia y al

respeto a los derechos humanos, para decir sí a la mesa de partidos, para decir sí al respeto a la

voluntad popular y para deslegitimar a todos aquellos que quieren buscar las soluciones por medio de

la violencia, la exclusión, la imposición o la negación del diálogo.