Opinión

La queja, mal recurso

Estamos condenados al fracaso. En estos lares andamos instalados en la cultura de la queja y los derechos, de forma que siempre son otros quienes deben resolvernos los problemas.

Dejamos que la insatisfacción nos llene, porque somos tan individualistas, que el orgullo de lo compartido no nos llena, porque han de ser otros quienes nos ayuden a caminar, y no nosotros mismos los que nos mostremos el camino, aprendiendo sobre la marcha y disfrutando en la enseñanza personal que supone esa guía.

Así, la cultura de la queja lleva a Occidente a la decadencia, porque aquí somos incapaces de combinar esfuerzo y voluntad propia, y lo que es aún peor, desconocemos el concepto "austeridad", razón por la que, triste pero razonadamente, no aparece en el horizonte otra salida a Europa que el hundimiento de toda colectividad.

El concepto que nos define, "Bienestar", se pierde porque se debe mantener él mismo por sí solo, no hay individuos que crean realmente en él, que lo practiquen, que lo difundan, que se sacrifiquen porque sea otro el que esté bien.