Opinión

La huelga trampa

A mi me cuesta creer que quienes hoy dirigen CCOO y UGT se reconozcan en su pasado de lucha antifranquista o por las libertades democráticas. Desde hace bastantes años, casi al día siguiente de la muerte física del Dictador Franco, UGT y CCOO entraron en un proceso de institucionalización y de competencia por la representación ante las diferentes administraciones y los empresarios a la carrera y sin frenos. Toda esta dinámica institucional y de falsa suplantación de la representación obrera, ha sido subvencionada y pagada por parte de la administración y de la patronal hacia las cúpulas de UGT y CCOO a base de grandes cifras económicas, miles de millones, que han salido de las arcas de la Seguridad Social para mantener liberados sindicales, para retroalimentar a los propios sindicatos como sindicatos del régimen, y no para activar la lucha sindical en clave de cambio social o político.

Desde 1975 hasta aquí la clase obrera navarra se ha transformado. Entre 1973 y 1985 se perdieron más de 170.000 puestos de trabajo en la C.A.V. y Navarra en el sector industrial y otros 75.000 desaparecieron entre 1991 y 1994.

UGT y CCOO fueron especialmente en estos años los encargados de moldear y domesticar a una parte importante de la combativa clase obrera Navarra. En todos estos años se han significado por desarrollar un sindicalismo de gestión, un sindicalismo de servicios, de lucha por la representación más que por la afiliación, y de apoyo entusiasta a todos los Pactos Sociales que les han puesto por delante para firmar desde los Pactos de la Moncloa.

La Huelga General del 14-D supuso para UGT y CCOO una mirada al espejo y su vuelta a la firma de acuerdos generales con administración y empresarios. Gracias a esta política de pactismo, “de cordura y madurez sindical” de UGT y CCOO, no se ha puesto limite a la desregulación del mercado de trabajo, a la fragmentación de la clase obrera, al incesante incremento de la productividad, a la reconversión industrial, al desempleo y a la pérdida constante de derechos sindicales logrados con sudor y sangre obrera en los años sesenta y setenta. UGT y CCOO no sólo no se han opuesto a los planes de patronal y distintos gobiernos, ya fuera PSOE o PP, en sus exigencias de mayor moderación salarial y más flexibilidad de contratación, sino que además de firmarlo lo han llevado al marco de la negociación colectiva, en los convenios provinciales y estatales y al marco de la propia empresa.