Opinión

La familia irreal y Viriato

La semana pasada descubrí dos joyas de la creatividad, dos ejemplos preclaros de la inventiva patria, al ver en sendos canales de televisión -no recuerdo cuáles, ni importa- dos miniseries que consiguieron mantenerme ante la tele, absorto, unos minutos.



En una, pretendieron dar un giro a la historia, de la mano de una familia real nada preclara, que intervino, a los ojos de los guionistas, de una forma sorpresiva aquel 23-F del 81.



En la otra, hicieron de Viriato, figura indisoluble de la memoria colectiva, un insigne caudillo “Hispano” que, a todas luces, era Lusitano... Y es que tribus había muchas en la península en época romana, pero que en la televisión conocieran los designios del futuro para que los romanos designaran directamente castizo patriota a uno de sus pastores, hace más de dos mil cien años, pues como que manda bemoles.



Es lo que tiene esta pseudo cultura que nos llega a través de la pequeña pantalla, o de la red de redes, que hacen de la nube un analfabeto colectivo y, lo que es peor, indiscutible, porque lo dan por la caja tonta. Y ya sabemos que en esta tierra lo que se pueda conocer de boca de la inspeccionada Belén Esteban, no hay Enciclopedia que lo contraste.



El problema será que como vea las dos series nuestro insigne Consejero de Cultura, Juan Ramón Corpás, con tal de salir de figurante, -aunque sea sin helicóptero- nos montarán una miniserie del estilo de la infumable e incoherente “Águila roja”, y para el 500 aniversario de la “anexión” de Navarra a Castilla que preparan, nos sacarán compartiendo costillada y encierro con Papas y guipuzcoanos. ¡Al tiempo!