Opinión

La educación en valores

¿De quién depende que los niños y adolescentes adquieran una educación cívica, aprendan el respeto debido a personas y cosas, y asuman las reglas de la convivencia?

Está claro que la familia es la gran responsable de esta tarea de socialización básica. Pero no sólo educa ella, sino también la sociedad en la que se vive, tanto en el ámbito informal (calle, amigos, peñas, etc.) como institucional (escuela, medios, trabajo, etc.)

Tiempo atrás, la familia y la religión, la escuela y el trabajo, transmitían los mismos valores (homogeneidad) y de forma autoritaria. Ahora esos agentes educadores, mas los medios y la economía, transmiten una gran diversidad de valores (pluralidad) y, con frecuencia, en un ambiente de permisividad (ausencia del padre). Veníamos de un extremo y nos estamos acercando al otro.

En este contexto, la sociedad echa en falta un modelo educativo que, siendo democrático, ofrezca más coherencia y eficacia, evitando los riesgos de la derivación hacia el nihilismo. Y vuelve su mirada hacia la escuela pidiéndole una solución. Y la escuela, diseñada sobre todo para enseñar, le recuerda a la familia su obligación de educar.

Sin embargo, la familia y la escuela han perdido capacidad educadora, la primera porque es más reducida e inestable, la segunda porque se ha quedado sola con esa responsabilidad. Ambas tienen que competir con otras instancias educadoras (la economía de consumo, los medios de comunicación, la calle y la noche) mucho más potentes y con valores opuestos a los que ellas tratan de inculcar.

¿Cómo mejoramos, pues, la educación cívica? Sólo hay un camino: coordinar la intervención de los diversos agentes (familia, escuela, medios, empresas) en torno a un proyecto educativo común, con objetivos, acciones y recursos a su disposición. Un proyecto educativo dirigido a niños y jóvenes, pero también a padres y adultos en general, que son los que educan con su ejemplo, pues "para educar a un niño hace falta toda la tribu" (proverbio africano).

¿Y quién debe liderar ese proyecto? Las instituciones, sin duda. En una ciudad como Tudela, es el Ayuntamiento quien debe proponer y coordinar un proyecto ambicioso de educación ciudadana. En colaboración, por supuesto, con los centros educativos, las apymas, los medios de comunicación y los agentes sociales.

Mejorar la educación y la cultura les parecerá a algunos una aspiración deseable, aunque ingenua y secundaria. Ignoran que no es un adorno, sino la base del desarrollo y del bienestar. El futuro de Tudela y la Ribera depende de ello.