Opinión

Impunidad

Esa máxima de que el que la hace la paga, quedó claro el domingo 10, Día Internacional de los Derechos Humanos, que es una pantomima. Una charada, un mal chiste.

Ese mismo día feneció una mala flor, una vergonzosa bestia, sin someterse a la Justicia de los hombres, sin pasar por el banquillo.

Entretanto, a los parias de la tierra, a los mortales comunes, nos aplican la subida de los grandes desmanes en el recibo de la luz, la retención de impuestos de nuestras nóminas sin conocer ni participar de dónde se reinvierten, o la puntuación de nuestros aciertos de Tráfico, garantizados por el embargo, sin hablar de, ni resolver los puntos negros, vuelvas o no. -”¡Cariño, cuánto te quiero!”-. Resulta indignante.

Para colmo de males, los hijos de puta, los pesebreros, los amigos de lo ajeno, -siempre de guante blanco-, bajo palio, campan por sus destinos con oro y cuentas multitudinarias al abrigo de luz, taquígrafos y energúmenos coreando soflamas. Cuanto más gorda, mayor el gozo, -y la impunidad-. ¡Ç’est la vie!