Opinión

La iluminación callejera, un reto

Tudela cuenta con una extraña carencia, que es la falta de iluminación de sus calles en las noches oscuras de otoño e invierno. Los cánones modernos determinan que hay que reducir tanto el consumo de energía eléctrica como el impacto ambiental que supone la iluminación artificial en el entorno, pero de ahí a no vernos las caras por la noche hay un abismo... Se malgasta luz en los polígonos, que molesta a las aves y, sin embargo, nuestros pueblos carecen de la iluminación necesaria. Algo falla aquí o resulta incongruente.

Como contrapunto, esta Navidad la capital ribera luce una colorida y bonita planta, al mostrar su lado más amable las luces callejeras de Navidad.

Al margen de debates consumistas sobre esta época del año, es indudable que una decoración lumínica callejera con gusto, fina, lejos de artificios y derroches, alegra la vida y mejora la cara de todos en estas fechas, además de animar a salir, porque, habitualmente, los rincones de nuestras calles aparecen desolados y oscuros. Se muestran hoscos y distantes, y nosotros no somos así.

No es demasiado reclamar al Ayuntamiento que estudie y analice porqué se muestra tan triste la ciudad a vecinos y foráneos. Y tampoco queda fuera de lugar que aspiremos a tener unas calles más y mejor iluminadas el resto del año, que se hace bien largo de Navidad a Navidad.