Opinión

Hacia una Ribera plurilingüe

Hace ahora 25 años, tres niños y dos niñas de Tudela comenzaban en Argia Ikastola su formación en un modelo bilingüe. Fueron los primeros. No hubo felicitaciones ni actos protocolarios, sólo la angustia de quienes se enfrentaban a su primer día de clase, con el único apoyo de sus familias.

Quienes hace 25 años aseguraban que el bilingüismo sería un completo fracaso inauguran hoy centros escolares “bilingües”, aunque ni siquiera aseguran la inmersión completa y temprana, que las ikastolas ya ofrecíamos entonces. Quienes nos tacharon de aldeanos, todavía hoy nos van a la zaga.

Si el bilingüismo ya no es una novedad en la oferta educativa de nuestra comarca, tampoco lo es el euskara. Hoy son muchos los centros educativos que permiten el acercamiento (que no el conocimiento) a nuestra lengua. Éste es un éxito que debemos y queremos compartir con todos los agentes culturales de la ribera que vienen trabajando en favor del euskara.

Estos veinticinco años de ikastola en la Ribera no son un éxito nuestro. El plantel de colaboradores con que hemos contado es impresionante, tanto por su calidad como por su cantidad. Basta hacer un repaso a los actos conmemorativos del 25 aniversario para darse cuenta de ello: El éxito de Argia Ikastola es un éxito de la sociedad ribera en su conjunto.

Claro que dicho ahora es sencillo, pero si algo debemos reprocharnos es no haber sido lo suficientemente ambiciosos. Teníamos que haber empezado con más fuerza, cincuenta en lugar de cinco. La demanda de una enseñanza en euskara es mayor de lo que suponíamos; la capacidad de la sociedad ribera para ofrecerla por encima de intereses políticos, también. Argia Ikastola tiene la obligación de crecer para satisfacer las demandas de nuestra sociedad.

Tenemos que conseguir devolver a la Ribera todo lo que ella nos ha dado. No basta con pedir solidaridad, hay que conseguir que esta solidaridad revierta en beneficio de toda la comunidad educativa de nuestra comarca. Sin el apoyo de los y las profesionales de otros centros, sin el Centro de Apoyo al Profesorado, sin el apoyo incluso de los alumnos, padres y madres que apostaron por otros centros, hoy no seríamos lo que somos. Estamos en deuda con todos ellos y ellas.

Pese al buen trabajo de los docentes públicos, los experimentos lingüísticos por parte de la administración pueden culminar en una nueva generación que no domine ni el inglés ni el euskara. No podemos permitir que nuestros hijos e hijas paguen los platos rotos de esta disparatada política lingüística. Mientras la Ley del Vascuence ha sido denunciada en instancias internacionales como un auténtico genocidio cultural, Eleanitz, nuestra metodología para la enseñanza de inglés, es premiada por su calidad.