Opinión

Fiestas son amores

Amarás la Fiesta sobre todas las cosas” es, en esta tierra, un mandato que se impone, se exige sin estar escrito, y es de obligado cumplimiento: Es Ley natural, uno de nuestros sentires más profundo, y de nada sirve ser serio como un montañés... La Fiesta impone su ritmo, determina la realidad, aun no deseando participar de ella.

Llega el txupinazo, el cohete, y ese “exploto” llena de gozo nuestros corazones porque es la imagen de nuestra alma, el reflejo de nuestro ser, el júbilo tornado rojo y blanco, es Fiesta. Y se vive por igual de Nájera a Fraga, de Bayona a Gallur o Soria. Sólo cambia el tono de los pañuelos, el dibujo escocés en los zapias, la trama de leñador de cada distintivo local, el matiz de la tribu propia, el estandarte del grupo cercano, que se amplía, de forma determinante, con el blusón de cada peña o cuadrilla.

Vayas donde vayas, del Ebro a nuestro rincón del Pirineo, las Fiestas son el amante perfecto de cada pueblo. Hacen familia, amistad, vacaciones. Dan alegría, generan amores, pero también manifiestos desencuentros. Nuestras Fiestas son nuestro mejor producto a exportar, nuestras embajadoras globales y el germen de un saber vivir que caza al vuelo rápidamente quien nos visita, impregnándolo de una paz y una armonía humana sin igual ni parangón. Porque son lo que nos queda de una herencia natural que va perdiéndose, desnaturalizándose, de esa gente sencilla y cercana de pueblo que éramos.

En esto de las Fiestas, como en muchas cosas de la vida, obras son amores, y no buenas razones. ¡Felices Fiestas!