Opinión

Felicitaciones de Navidad

Comienza en estos días ese hipócrita pero moderno hábito de enviar felicitaciones de Navidad por doquier. Cuando se mandaban desde el cariño y la distancia eran, son, una bonita y humana manera de decirle a los demás “te quiero”, “te recuerdo”, “no te olvido”, “que sigas bien”, “que el nuevo año te traiga bienes y bondades”, y un largo etcétera.

Sin embargo, estos últimos años el asunto se ha mecanizado, hasta el punto que todo dios recibe, decenas, centenares de tarjetas de Navidad con escasos saludas personales y demasiadas etiquetas, eso sí, avaladas por el apoyo brindado a la imprenta de UNICEF.

Esas etiquetas pegadas en el sobre, descolgadas de un listado informático, que intentan personalizar unas felicitaciones navideñas que, para postre, están repletas en su interior de bonitas estampas vacuas con palabras vacías y falsas impregnando sus preimpresas citas, recuerdos, alabanzas y manidos deseos, dan mucha grima, y contribuyen a entristecer y apenar más una época del año, de por sí, bucólica, sosa, monótona y aburrida por repetitiva.

Por ello, aplaudo la medida que acaba de adoptar el Gobierno de Navarra de no enviar felicitaciones este año. Se ahorrarán 18.000 euros que se donarán a quien más lo necesita, y será internet quien porte tanta bondad y ventura. ¡Y Olé!