Opinión

ETA contra la democracia

El atentado terrorista del 30 de diciembre en Barajas rompió el "alto el fuego permanente" que ETA había declarado en marzo de 2006. Reafirma así con las bombas su apuesta estratégica por la violencia y su uso de la tregua como mero recurso táctico. Sigue creyendo que mediante la destrucción, el asesinato y la extorsión puede obtener resultados políticos. Su creciente debilidad hacía albergar la esperanza de que, aunque nunca le han importado los derechos humanos, hubiera comprendido al menos que, en una sociedad democrática y desarrollada, sus objetivos políticos nunca podría alcanzarlos por la vía armada.

Está claro que aún no lo ha entendido ni aceptado. Y mientras ETA piense así, no hay solución. Sin embargo, las reglas de juego para el diálogo por parte del Parlamento estaban muy claras: no hay, ni puede haber, precio político por la paz. ETA no creyó al Gobierno y sí al tándem PP-UPN, con el que han compartido la interesada suposición de que se iban a hacer concesiones políticas, algunas de ellas relacionadas con Navarra. Cuando ha comprobado que no era así, que sólo cabía hablar de su progresiva desaparición, ha roto la tregua. Quien ahora lo tiene mal es Batasuna, cuyo servilismo con respecto a ETA, sin atreverse a condenar el atentado mortal, la siguen empujando a una progresiva marginación política.

Decepciona que este nuevo intento de acabar con el terrorismo etarra también se haya frustrado. Pero a diferencia de las concesiones de Aznar en la tregua de 1998 (que Miguel Sanz sí apoyó sin reparos), en la que se acercaron presos, hubo relajación policial, se mantuvo legal a Batasuna, etc., esta vez no se ha hecho ninguna concesión política previa. Era obligación de Zapatero tratar de evitar que hubiera más víctimas, y habrá que volver a intentarlo en el futuro, cuando ETA asuma que con la violencia nunca conseguirá sus objetivos políticos y esté dispuesta, por tanto, a entregar las armas. Es inútil que intente amedrentarnos, nunca cederemos, la democracia es más fuerte.

El mayor riesgo de Zapatero ha sido poner en marcha este proceso sin el apoyo de la derecha (a diferencia de la Iglesia, más colaboradora), lo que ha debilitado su gestión. Aunque en política antiterrorista PP y UPN recibieron el apoyo leal de Zapatero, ellos no hacen lo mismo cuando están en la oposición, no consienten que la izquierda pueda encabezar ese éxito. Es un déficit histórico de lealtad democrática que arrastra la derecha española.