Opinión

Estado de sitio

En el artículo 20 de nuestra Constitución, dentro de los Derechos Fundamentales y las Libertades Públicas, se recoge y protege el derecho a la libertad de expresión y a comunicar y recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. Sin otra limitación que la establecida por el Estado de Derecho y las leyes. Derechos y libertades que sólo podrán ser suspendidos cuando se acuerde el estado de excepción o de sitio.

El texto constitucional, en relación con los derechos y libertades, sólo admite su suspensión en el caso extremo y por ahora inconcebible de que los poderes públicos se vieran en la imperiosa necesidad de declarar el estado de excepción o de sitio.

No obstante, en fechas recientes hemos comprobado como se ha auspiciado desde el gobierno de la nación y algunos gobiernos autonómicos el estado de sitio encubierto contra algunos medios de comunicación. El más grave de todos es el que se está produciendo contra la cadena COPE. Las amenazas, los boicots, los insultos, el desprestigio de sus principales profesionales,… se ha convertido en algo habitual desde instancias del gobierno y los partidos que lo sustentan. Cuando se atenta contra la libertad de expresión, no sólo se coarta el derecho del que informa sino también el derecho del que recibe la información. Se pone sitio a la libertad de todos.

Comportamientos de esta índole, tan comunes en regímenes dictatoriales, no tienen cabida en una democracia consolidada como la nuestra. Si estos profesionales han vulnerado la ley, ahí están los tribunales. Pero si no lo han hecho tienen el mismo derecho que cualquier ciudadano a trasmitir información y manifestar sus opiniones.

Resulta extraño un ataque tan visceral contra una emisora de radio que tiene tantos oyentes. Es cierto que se trata de uno de los pocos medios de comunicación que han manifestado abiertamente su postura en contra de la fragmentación de España y en defensa de la moral cristiana colectiva; causas más que suficientes para hacerles acreedores de felicitaciones pero nunca de difamaciones y descrédito. Lo que nadie podrá negar es la preparación profesional y la trayectoria moral y ética que tienen acreditada los profesionales de la cadena COPE. Hay que dar gracias porque, a pesar de la sumisión de muchos periodistas y medios de comunicación al poder establecido, existen algunos islotes entre tanto mar de intolerancia y manipulación que trasmiten con veracidad las informaciones de cuanto acontece en nuestro país.