Opinión

¿Endurecer la Ley del Menor?

Tras el asesinato de Cristina Martín a manos de una niña resurgen las voces que reclaman un endurecimiento de la Ley de Menor y más mano dura. Algunos incluso hablan de rebajar la responsabilidad penal, que hoy está en los 14 años.



Me sorprende que se hable tan a la ligera de recrudecer la Ley del Menor por quienes ni se han tomado la molestia de leer dicha Ley. En mi opinión, es aún más grave que se utilice el dolor de las víctimas para reclamar venganza, réditos electorales o simplemente venta de periódicos encrespando los ánimos de la sociedad, en lugar de hacer un análisis profundo de nuestra responsabilidad como adultos en lo referente a los valores y a la educación que trasmitimos a nuestros hijos tanto a nivel individual como colectivo.



¿Qué valores somos capaces de transmitir a los más jóvenes?



En nuestro país, el Ministerio de Igualdad que dirige Bibiana, con el apoyo de UGT, tienen como objetivo “educar en igualdad” y para ello han editado una guía que “instruye” a padres y educadores sobre diversas materias, entre las que se encuentra llamar la atención sobre los cuentos cuya lectura resulta nociva para los niños por su carácter “sexistas”". En esa categoría se encuadran, citados expresamente, los cuentos de Blancanieves, Cenicienta o La Bella Durmiente. Como si esto tuviese alguna relación con el maltrato. Rosa Díez dice en su blog a este respecto que, cuando los hermanos Grimm o Hans Christian Andersen escribían cuentos todos sus seguidores esperaban que estos relataran historias fantásticas, amables -cuentos al fin y al cabo- que acabaran siempre bien.



Los cuentos no intentaban cambiar la vida ni las relaciones sociales; los niños que los leían o escuchaban en boca de sus padres sabían que eran historias inventadas que tendrían un final feliz que les ayudaría a cerrar los ojos y soñar. ¿Es justo destruir la inocencia y las ilusiones de la infancia?



Cuando se dan hechos violentos por parte de niños, me viene a la memoria un artículo de Ramón Lobo titulado: “Soldados con cuerpo de niños”. En el texto decía que en muchos países de África miles de niños eran secuestradas por las guerrillas musulmana y cristiana para ser llevados a primera fila de combate.



Estos niños, indefensos, eran obligados a matar y violar, incluso en sus propias aldeas, con el abominable fin de arrebatarles sus raíces como medida de prevención ante las deserciones. Esto me puso los pelos de punta; pero, leer que el anterior Gobierno de EE. UU. (el que hoy se opone a la cobertura sanitaria universal) hacía distinciones entre los indefensos niños llamando terroristas a aquellos que eran secuestrados y obligados a matar por la guerrilla musulmana y, en cambio, trataba de ejercito de liberación a los secuestrados por la guerrilla cristiana… ¿Puede haber algo más cruel aparte, claro está, de espoliar los recursos de los más vulnerables para satisfacer nuestros caprichos?, ¿es esto propio de una sociedad civilizada?



Hay frases que, aunque hayan sido pronunciadas hace casi dos mil años, siguen estando vigentes y deberían hacernos reflexionar: “Los errores de los hijos son los fracasos de los padres”, Marco Aurelio.