Opinión

En tierra de nadie

Si algún partido político se ha convertido en radical, por cuanto impulsa, apadrina, instaura e impone reformas democráticas extremas, ese es el PSOE. Ha roto el consenso constitucional del 78, ha arrinconado al principal partido de la oposición, defiende las tesis nacionalistas excluyentes, legitima a los terroristas, fracciona la patria en 17 realidades nacionales, apadrina el laicismo anticlerical, crea problemas inexistentes y vive tan alejado de la realidad que ignora los problemas de los ciudadanos.

Después de tanto, lo único que nos faltaba por contemplar es la visión cosmopolítica del PSN-PSOE convertido en el fiel de la balanza donde coloca en un extremo al centro-derecha y en el otro a los nacionalistas para autonombrarse mediador, juez y parte.

A pesar de los apelativos despectivos vertidos desde la izquierda la realidad es que la derecha del siglo XXI constituye, en el espectro político, el centro reformista liberal. Una posición política que les caracteriza por ser conservadores de tradiciones y valores, progresistas en lo social y liberales en lo económico. En el momento que nos ocupa son muy de agradecer los principios y valores, tan en decadencia, que fortalecen las ideas políticas y permiten mantener una coherencia en el devenir político anteponiendo el interés general con sentido de Estado. El centro-derecha está donde siempre ha estado desde el 78.

Los nacionalistas han permanecido estancados desde sus orígenes, avanzando paso a paso en su implantación social desde el adoctrinamiento ideológico, hasta la consecución de sus objetivos excluyentes. No han modificado su discurso y mantienen sus mismas pretensiones. Si el centro-derecha y los nacionalistas están donde siempre han estado, ¿Quién ha cambiado?