Jueces, fiscales y defensores del orden democrático y constitucional andan últimamente indignados, tanto o más que aquellos a los que los corrompidos banqueros han arrebatado sus hogares, su futuro, su vida
y su esperanza.
Y no les falta razón, parece que en Andalucía anda un tal Sánchez Gordillo y su banda de trabajadores andaluces asaltando grandes superficies comerciales llevándose importantes botines de leche, garbanzos, arroz y objetos similares de gran valor (sobre todo para las familias sin ingresos y en la miseria más atroz).
Incluso ponen en jaque al sistema convocando marchas de protesta y manifestaciones. Y yo me pregunto: ¿No es este sistema el que otorga el derecho de trabajar a todos los ciudadanos, el que garantiza la igualdad de derechos y obligaciones por ejemplo a Urdangarín y al que no puede pagar su hipoteca?
¿Para qué cambiarlo?
Quizá si nos ponemos en el lugar del que ha perdido todo, del parado, del desesperado,
del explotado, del funcionario congelado e insultado pensaríamos igual que Gordillo.
Que la justicia está del lado de los poderosos y que el sistema que vanagloriamos es un cúmulo de artículos y leyes que no se aplican imparcial e igualitariamente. Sirva pues esta opinión personal para hacer la mayor de las apologías al discurso del político andaluz y el abrazo más sincero a un pueblo que camina a pesar del lastre de su explotada historia.
¡Viva Andalucía obrera!
