Opinión

En defensa de Ricardo Guelbenzu

Vaya por delante mi respeto por el Sr. Blanzako. Si desea priorizar las diversas (y escasas) manifestaciones culturales (o de otro tipo) en clave euskaldún sobre las que se realizan en lengua castellana, tiene toda mi comprensión, aunque no mi admiración. Si desea educar a sus hijos en una lengua minoritaria, que no es la suya ni la de su entorno y que no les servirá más que en un minúsculo rinconcito del mundo, allá él. Gracias a Dios aquí (que no en otros sitios) todavía tenemos margen para actuar dentro de nuestras propias convicciones.

Ahora bien, flojea mucho cuando en su lastimero escrito quiere justificar con argumentos “históricos” la supuesta euskaldunidad de su Tutera querida: ha tenido que remontarse al siglo XVI y recorrer quinientos años para encontrar dos rumores, tres deseos, cuatro lamentos, alguna suposición y un solo dato, apoyado por “serias investigaciones”. Esperemos que sean más serias que las que hizo el Diario de Noticias del 7/9/07 que afirma que a la tierna edad de dieciséis años (16, si), el Sr. Blanzako ya era “gestor de ventas de una empresa metalúrgica tudelana”. ¡Menudo carrerón!

En todo caso hubiese encontrado la misma batería de “argumentos” para comprobar la castellanidad, aragonesidad (?) o españolidad de Tudela solamente con los datos y noticias, comprobables documentalmente, de un solo día, uno cualquiera, de los últimos siglos.

Yo creo que lo que consigue con su penoso artículo es demostrar que lo euskaldún, más que importante, no era TOTALMENTE DESCONOCIDO en Tudela.