Opinión

El TAV lleva un año de retraso

En los últimos días se ha conocido que las obras del Tren de Alta Velocidad (o de Altas Prestaciones, ambos términos son sinónimos) en Navarra acumulan ya un retraso de un año, cifra que puede aumentar considerablemente si se tienen en cuenta los recortes presupuestarios que sufren tanto Adif, como el Ministerio de Fomento, y que se concretarán en Septiembre. En estas circunstancias, la presentación de las obras del TAV para el subtramo Castejón-Cadreita nos ha parecido un acto publicitario de muy dudoso gusto, si tenemos en cuenta el gasto superfluo que supone esta infraestructura, frente a los recortes que se están produciendo de carácter social. Por este motivo, denunciamos el derroche innecesario que supone la construcción de esta infraestructura, así como los graves impactos sobre el medio ambiente.



La construcción del TAV en Navarra supone un dispendio económico de difícil justificación. Su construcción completa en Navarra implica un desembolso económico de más de 3.000 millones de euros (según datos aportados por RENFE y la Delegación del Gobierno), que aparentemente deberá sufragar el Gobierno del Estado en el futuro, pero que de momento está aportando Navarra en su totalidad. A esta cantidad hay que añadir los 45 millones de euros que el Gobierno de Navarra pagará por los intereses de los préstamos solicitados.



Todo este desembolso se ha de realizar en una situación de gran incertidumbre económica y también sobre el desarrollo que seguirá el trazado del TAV en Navarra. Y esto es así porque es el Estado quien tiene la responsabilidad de continuar el TAV entre Castejón y Zaragoza, encontrándose todo este tramo en un estado aún muy temprano de su tramitación, por lo que deberán pasar varios años hasta que pudieran empezar las obras de construcción. Y ello sin conocer aún los recortes que se vislumbran en el horizonte y que se conocerán en septiembre, como ya se ha indicado.



En la actual situación de crisis económica, construir un tren que sólo circule entre Pamplona y Castejón implica asumir un grandísimo riesgo, dado que el Estado puede decidir que no realiza una conexión que estuvo prevista y planificada en época de bonanza económica. Sin ir más lejos, la conexión del tramo ahora presentado se debe realizar a través de un viaducto de 550 metros de largo sobre el río Ebro, obra de gran dificultad técnica y que precisaría

de un gran desembolso económico.



Pero además es necesario recordar los importantes impactos medioambientales y sociales que esta nueva infraestructura implicaría para nuestro territorio. El TAV produciría en Navarra un importante efecto barrera, que afectaría tanto a la fauna, como a las personas al realizar sus labores en el campo. Este efecto se ve incrementado en el tramo ahora adjudicado por la coexistencia a muy poca distancia y en la misma dirección de otra infraestructura lineal, la Autopista de Navarra. Y a estos efectos en el mundo rural se une el hecho de que las obras del TAV se vayan a realizar sobre terrenos en los que se ha terminado recientemente la concentración parcelaria de Valtierra y Arguedas. Por si no fuera suficiente el derroche del TAV, a ello se une el de unas obras rurales que han de ser modificadas antes de llegar ni siquiera a usarse. Pero este mismo efecto de destrucción y fragmentación se produce también sobre hábitats naturales con gran incidencia sobre la fauna y la flora, afectando a lugares reconocidos como zonas protegidas medio-ambientalmente. Este sería el caso del viaducto que debería construirse para conectar este tramo hacia Zaragoza, atravesando el río Ebro. En este punto, la infraestructura tiene una afección directa sobre el Enclave Natural EN-24 Soto Alto, que está reconocido por el Decreto Foral 97/1991 de 21 de marzo. Esta zona pertenece al viejo cauce del río Ebro y la vegetación de ribera que el viaducto destruiría da cobijo a multitud de especies de aves acuáticas y otras especies protegidas.



Finalmente, decir que algunas poblaciones deberán soportar, de construirse esta infraestructura, niveles elevados de ruidos y vibraciones. Este es el caso de Cadreita, situada a escasos 600 metros del trazado, y cuyos efectos negativos se acumularían a los que ahora ya soporta

por la influencia de la autopista.



Por todos estos motivos, solicitamos al Gobierno de Navarra que detenga las obras y analice detenidamente su utilidad social, su rentabilidad socio-económica, así como las implicaciones territoriales y medioambientales de la obra del Tren de Alta Velocidad en Navarra.