Opinión

El Rey y yo

Es común en las tertulias amigables, que en algún momento aparezca el asunto de la monarquía. Últimamente se habla más del tema, como consecuencia de los incidentes en Cataluña protagonizados por grupos radicales. No obviemos que eran “cuatro y el de la moto”. Siempre se ha dicho que para hacer el mal y llamar la atención de los medios, con una persona es suficiente; para hacer el bien y llamar la atención, son necesarias muchas personas.

Yo soy de los que opina que la figura del Rey es necesaria. Los que estamos en el mundo de la empresa sabemos que un buen relaciones públicas es el alma de la gestión empresarial. Y esa es mi consideración de la figura del Rey. Un relaciones públicas de nuestro Estado español. A las personas que actúan de relaciones públicas de las empresas, les achacamos que siempre están de comiditas, que tienen el mejor coche de empresa, etc..., pero al final, les medimos sus resultados; y si éstos han cubierto los objetivos les renovamos el contrato. Para mí, el Rey y la familia real son unos buenos relaciones públicas y han sabido actuar en los momentos más complicados (23F, Cuba, Marruecos, Europa, etc…). Además, queramos o no, inculcan estabilidad en la mayoría de la sociedad española; no hay más que verlos de visita oficial.

Muchos de la plebe, no es mi caso, opinan que destinar 8,29 millones de euros a la Casa de su Majestad el Rey es una barbaridad; pero, ¿saben ustedes, amigos lectores, que ese dinero sólo significa el 0,0029 % del Presupuesto General del Estado? ¿Saben que la Moncloa (donde reside el Presidente del Gobierno) ha reservado de los presupuestos de la Comunidad de Madrid 12 millones de euros para sus gastos? ¿Y que el presupuesto del Tribunal Constitucional asciende a 25,28 millones de euros? ¿Conocen que las Cortes Generales gastan 218,27 millones de euros? ¿Y que los Presupuestos Generales del Estado para 2007 ascienden a 283.694,47 millones de euros?

Quizá a mí me gustaría que el cargo de Rey no fuese hereditario. Me gustaría un Rey seleccionado, después de haber superado las correspondientes pruebas de acceso. Y que sino cumpliese con los objetivos lo pudiésemos sustituir.