Opinión

El Rey no defrauda

“¿Por qué no te callas?”. Don Juan Carlos, tan dado a saltarse el rígido protocolo de los actos institucionales para responder a las muestras de cariño del pueblo español, se dejó en esta ocasión también de protocolos, buenismos, talantes y sonrisas artificiales, estilos tan puestos de moda para no llamar a las cosas por su nombre, no hablar claro a los ciudadanos, contentar a todo el mundo y ocultar verdaderas intenciones, y reaccionó ante los insultos de Chávez como lo hubiera hecho cualquier ciudadano español y navarro. Sin rodeos ni medias tintas, como tanto gusta en esta tierra.

Aunque a los Llamazares, Carod Roviras y compañía les moleste, el rey representó con esa expresión y el gesto de levantarse ante los ataques a las empresas españolas, el sentir mayoritario de los ciudadanos de este país, ciudadanos que no consienten, como se está pudiendo comprobar a través de los medios, que se insulte a nuestra Nación y a los dirigentes de los gobiernos democráticos que hemos tenido.

Ni mucho menos que se nos den lecciones de democracia y libertad por parte de gobernantes cuyo comportamiento democrático es más que cuestionable si tenemos en cuenta algunas de las actitudes que viene manifestando, tomando represalias, incluso con pena de muerte, contra quienes se oponen a su forma de gobernar, cerrando medios de comunicación, descalificando a presidentes de otros países y líderes políticos de posiciones ideológicas contrarias a las suyas, aliándose con dictadores, etc.

Lo queramos o no, seamos más o menos monárquicos, nuestro Rey simboliza hoy los valores y principios democráticos, el sistema de libertades y el Estado de Derecho que consagra la Constitución Española a la que él mismo contribuyó; también, el respeto a la autonomía de las comunidades y, por supuesto, al autogobierno de Navarra. Creo que, con semejante trayectoria y con comportamientos como el del pasado sábado, es una suerte para España y para Navarra contar con él.