Opinión

El OZONAZO ha tocado en la Ribera

Por desgracia hay cosas que nos caen sin haber comprado los cupones para el sorteo. En la Ribera a todos sus habitantes les ha tocado el “ozonazo”, es decir sufrir las consecuencias de los altos índices de un contaminante denominado ozono troposférico. Se forma cuando sus precursores principales que son los óxidos de nitrógeno (NOx), emitidos por las industrias y las grandes concentraciones de vehículos a motor, reaccionan en la atmósfera con la ayuda de las altas temperaturas y de la irradiación solar.

En zonas donde no existen estos focos pueden también verse afectadas, ya que los NOx se transportan por corrientes de aire desde la fuente que los emitió. El caso más evidente es el de Madrid capital, que genera la mayor parte de los óxidos de nitrógeno emitidos a la atmósfera, mientras las ciudades residenciales y dormitorio de su entorno cercano sufren importantes concentraciones de ozono troposférico.

El aumento de los niveles de ozono troposférico en el aire afectan a la salud, en primer lugar a los grupos de riesgo, es decir, enfermos de corazón y pulmón, niños/as y personas mayores. Pero sus efectos abarcan a toda la población ya que se han relacionado con problemas respiratorios, aumento de los casos de asma, tos y garganta seca y otras afecciones más severas.

¿Pero como ha aumentado la contaminación del aire en la Ribera en general, si hasta hace poco las memorias del propio Departamento de Medio Ambiente de los años 1999 y 2000 se jactaban de la buena calidad del aire en Navarra y de que no hubiera “ninguna alerta a la población de este contaminante”?

Desde Ecologistas en Acción se dio la voz de alarma tras el análisis de los primeros datos que pudimos conseguir correspondientes a 2003. En julio y agosto de ese año, iniciado el funcionamiento de la primera de las centrales térmicas de Castejón. se superó repetidas veces el límites de protección a la salud 120 microgramos/metro cúbico (mg/m3) y cinco días el de información 180 (mg/m3). Meses antes Medio Ambiente había instalado una unidad móvil de medición de la contaminación atmosférica en Tudela para evaluar el efecto de dichas instalaciones, pero que curiosamente se retiró en plena época de estiaje cuando se empezaban a recoger los primeros datos preocupantes. Además teniendo las administraciones públicas, obligación de informar a la ciudadanía de que estas concentraciones podían afectarles, no se hizo, incumpliendo el decreto que regula este contaminante y sus efectos, omisión que denunciamos los ecologistas.

Está claro que en los últimos tiempos el único nuevo foco importante emisor de contaminación en la Ribera al que podemos responsabilizar del incremento de la polución son los dos grupos de generación de las térmicas de Castejón. La cantidad de óxidos de nitrógeno que emiten diariamente es comparable con el que generan los más de 300.000 coches que hay en Navarra haciendo un recorrido diario de 10 km.

Con estos datos es arriesgado mantener como se hace desde diferentes instancias que no tienen que ver las centrales en la superación de los límites de ozono troposférico, sobre todo si se considera válido el principio más que probado de que si no existen contaminantes primarios como los óxidos de nitrógeno (NOx) no se crea el ozono troposférico.

El interés desmedido de un sector de la clase política y de amplios sectores de la economía foral, apostaron porque las térmicas se instalaran a orillas del Ebro y de paso se vaciara de contenido el Plan Energético de Navarra, que había sido consensuado por todo el Parlamento y los colectivos sociales y que apostaba por el autoabastecimiento eléctrico por medio de energías renovables.

El capital es impaciente y en los estudios previos a la construcción de las térmicas se utilizaron modelos poco adecuados para reflejar las condiciones de dispersión de la contaminación que minusvaloraron los efectos de estas plantas, además de no tener en cuenta las condiciones naturales de la zona. El resultado es que los valores reales son superiores a los esperados.

El problema sin querer ser alarmistas es preocupante, de hecho el Real Decreto 1796/2003 de 26 de diciembre que es la transposición a la legislación estatal de la Directiva Europea, plantea un marco legal “para establecer objetivos de calidad del aire y regular su evaluación, mantenimiento y mejora en relación con el ozono troposférico….. todo ello con la finalidad de evitar, prevenir o reducir sus efectos nocivos sobre la salud humana y el medio ambiente en general”. Para conseguirlo se definen varios límites:

Primero se fija el “umbral de alerta” en 240mg/m3 donde una exposición de breve duración supone riesgo para la salud humana y las administraciones competentes deben tomar medidas inmediatas.

Se define también 180mg/m como “umbral de información” que afecta principalmente a los grupos de riesgo y del que se debe suministrar una información actualizada desde el gobierno foral.

Además se marca el como“valor objetivo”, que entrará en vigor a partir del año 2010, que no se deben superarse los 120mg/m durante más de 8 horas seguidas en un máximo de 25 días al año, ya que está estudiado que superar este indicador es negativo para la salud.

Parece por lo tanto que la actual propuesta de duplicar la potencia de las centrales de Castejón hará imposible la consecución del “valor objetivo” y es previsible que haya un aumento de superaciones de otros umbrales como el de información y que incluso se pudiera llegar al de alerta, ya que al incrementarse muy significativamente la emisión de precursores aumentarán las concentraciones de ozono en la Ribera.

Según los datos de que disponemos en los años 2004 y 2005 se volvió a sobrepasar varias veces el umbral de información. En lo que llevamos de 2006 se ha superado al menos 6 veces los 180mg/m3, llegando a 203.3 µg/m_ el día 10 de julio en el medidor de Arguedas. En la misma localidad ya son más de 25 los días que se han rebasado ocho horas continuadas los 120mg/m3, por lo que el valor objetivo de protección a la salud ya se ha incumplido.