Leo como resultado de los muchos estudios estadísticos que se plantean como nada menos que el 70% de los españoles temen perder su empleo en los próximos años. Este estudio ha sido realizado por diferentes países de la Comunidad Europea, y ha sido España quien supera con creces la media situada en el 49%. Y otro de los grandes miedos de los trabajadores, sobretodo de las empresas manufactureras, es el traslado de sus industrias a otros países donde la mano de obra resulte mucho más barata.
Un punto a favor del trabajador, fruto de esta encuesta, es que el 47% da mayor importancia a la estabilidad laboral que al sueldo en si mismo. La búsqueda de la seguridad en el empleador es uno de los cánones de mayor importancia para prácticamente la mitad de los españoles, y después también se ven valorados aspectos como la flexibilidad de horarios que pueda contribuir a la tan de moda conciliación laboral y familiar y, por supuesto, la posibilidad de progresar profesionalmente.
Ahora bien, las medidas que se encaminan a la conciliación de la vida familiar y laboral, son más valoradas por las mujeres que por los hombres, (¿no será por todos?); pero muy poquitos, ni hombres ni mujeres, están dispuestos a reducir su horario de trabajo, con la consecuente merma de salario, para pasar más tiempo con su familia, (aquí, “nos tira la pela”, dentro de la sociedad consumista que vivimos).
Pero hay un dato, que me interesa sobresaltar especialmente, y es el egoísmo personal que se desprende de todo esto, y más del escalofriante porcentaje que ahora expongo, nada menos que el 21% antepone su progreso profesional a la formación de una familia, y si además hablamos de tener hijos, es ya el 38% quien asegura que le perjudicaría a nivel profesional.
