Opinión

El hidalgo navarro

Hace pocas fechas tenía que debatirse en el Congreso de los diputados una moción de UPN sobre la situación de Navarra en las negociaciones del mal llamado proceso de paz. Quien la tenía que defender no se hallaba en el hemiciclo y la vicepresidenta dio por retirada la moción. El Presidente la admitió a trámite como “propuesta no de ley” y se debatió el día 19. Fue una suerte para el PSN-PSOE, porque hubiese quedado retratado al plasmar su voto en contra. Aún así, también quedaron retratados los parlamentarios del PSN aplaudiendo y sonriendo cuando la moción fue retirada.

En esto no se fijaron, ni mucho menos se cebaron, los medios de comunicación navarros y otros de ámbito nacional, sino que todos cargaron las tintas contra quien tenía que defender la moción: Jaime Ignacio del Burgo. Fue un error que podía haber tenido consecuencias desastrosas pero que, con su profesionalidad, supo encauzar y solventar de forma adecuada. Que los medios detractores del contenido de la moción vaciaran su artillería dialéctica es comprensible y habitual, pero que lo hicieran también los medios que, desde su línea editorial, defienden continuamente los mismos principios, no deja de sorprender.

Dicen que no hay bien que por mal no venga. El día 19 todos pudimos comprobar que una semana no fue tiempo suficiente para que los diputados del PSN reflexionaran sobre la inclinación de su voto, aunque era fácil pensar cual seria el resultado. Al final votaron en contra y lo justificaron achacando la propuesta de electoralista. Fue la respuesta fácil y simplista ante la evidencia de la imposición del sentido de su voto desde la calle Ferraz. Esto si que es una pifia al electorado navarro, aunque es algo a lo que el PSN nos tiene acostumbrados cuando en Navarra venden una cosa y en Madrid la contraria. Podríamos recordar la actuación del PSN en Madrid en relación con los presupuestos del Estado, las carreteras, el tren de alta velocidad…, lo que en Navarra es bueno en Madrid lo rechazan. No se puede defender el estatus actual de Navarra con la boca grande en esta tierra y con la boca muy pequeña en otras latitudes. Es una constante contradicción que ratifica su índice de credibilidad.

En cuanto a la actuación de Del Burgo, existen sobradas razones para perdonar su error y romper una lanza en su defensa, porque pocas personas como Jaime Ignacio han representado a Navarra con tanta dignidad y nobleza. Pocos como él han defendido esta tierra con orgullo y gallardía ante los envites constantes y desaforados del nacionalismo extremista y excluyente. Pocas personas, en fin, pueden ir con la cabeza tan alta y la satisfacción personal y profesional de haber dedicado toda una vida a lo que más quieren: Navarra. Puede presumir, como pocos, de haber contribuido decisivamente a asentar las bases de la convivencia entre los navarros (el Amejoramiento del fuero) y la defensa del estatus actual de Navarra (transitoria cuarta). Su currículum deja asombrados a cuantos lo conocen (presidente de Navarra, senador, diputado,…) y su bibliografía es fuente imprescindible para quienes quieren conocer el Fuero de Navarra. Es un trabajador incansable cuya preparación y formación intelectual y jurídica han merecido el respeto, la estima y la consideración de profesionales y políticos. La labor de toda una vida en la defensa de la libertad y la justicia le avalan como político y jurista; prestigio altamente reconocido. Es un hidalgo de Navarra, de ánimo generoso y noble; un caballero navarro, que por serlo, no dudó ni un segundo en pedir disculpas a todos los navarros, a su electorado y a su propio partido, por haber llegado un minuto tarde. Un político de esta envergadura, cuya talla política ha demostrado de forma extraordinaria, medida por su grandeza humana y su generosa entrega a la defensa de su tierra, no puede ser objeto de escarnio permanente, después de treinta años como servidor público, por haber llegado un minuto tarde. Nos produce tranquilidad saber que este hidalgo navarro seguirá defendiendo a Navarra como siempre lo ha hecho, usando sus mejores armas: la inteligencia y la palabra. ¡Ánimo!