Opinión

El discurso de la crispación

En muchos ámbitos de la vida te encuentras con personas que fundamentan su acercamiento a los demás en la queja continua, permanente, machacona.

Hay trabajadores, vecinos, empresarios, dependientas, amigos, cuyo ideario vital gira en torno a la protesta, sacando las cosas de contexto o interpretando la realidad de forma no sólo negativa, sino interesadamente obtusa.

Todo está mal hecho, mal pensado o deformadamente interpretado para ellas, de modo que todo el monte es orégano en ese ideario de la forma crispada y crispante en que entienden el devenir de las cosas triviales.

Los políticos son los que más tajada sacan de esa forma de ver y entender la realidad, pero lo hacen desde la demagogia, conduciendo ese malestar de forma interesada, ficticia y fingida, y resulta una auténtica pena que nos manipulen como lo hacen moviéndonos por dentro de una forma tan ilusa como elemental.

Llenan los telediario de “malas noticias” pero lo cotidiano está bien repleto de anécdotas y hechos que reflejan la Justicia, la Solidaridad, la Amistad, el Amor, el Bien Hacer, el Saber Estar y mil modelos que permiten comprobar que no todo es bueno ni malo, ni mejor ni peor.

Ya el clásico Horacio Flaco dijo que“La virtud es el punto medio entre dos vicios opuestos”. Por ello, es incomprensible que tanta gente viva permanentemente instalada en la mala leche y el pesimismo más recalcitrante, ¿qué nos pasa realmente? ¿Por qué caemos en ese mangoneante y estúpido juego?

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