Opinión

El deseo de ayudar

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A mi profano parecer, todos los seres humanos tenemos una característica común: el deseo. Los hay para todos los gustos. Están los egocéntricos: ser rico, famoso. Más emotivos: amarte, conocerte. Los despectivos: que te rompas la crisma, que te caiga un rayo. Todos estos deseos, tienen la particularidad de que emanan de nosotros mismos y poseemos el control de ejecutarlos, pero hay uno que no cumple habitualmente esta premisa y ese es el deseo de ayudar.



Hay personas que verdaderamente gozan del control sobre su deseo de ayudar, y allí las vemos en Cruz Roja, Protección Civil, asociaciones, ONGs, etc., pero existe una inmensa mayoría que poseen ese deseo, pero no poseen un control sobre el mismo y por eso tienen que ser promovidas para satisfacerlo.



Toda esta retahíla sociológica que os he metido, viene a cuento de lo acontecido en Cintruénigo en los últimos días. El protagonista: Mario, una de las 25 desafortunadas personas a las que en Navarra se les diagnostica leucemia al año.



Por otro lado, un pueblo que transita en la normalidad, ajeno al problema de Mario, principalmente por desconocimiento. Añadimos a una madre coraje en busca de un donante de médula ósea, que contribuya a salvar la vida de su hijo, aun sabiendo que las posibilidades de encontrarlo son 1 de cada 70.000. Y, por otro lado, un usuario de Facebook llamado cintruenigo.tv con 1500 amigos.



Fue poner en el muro de cintruénigo.tv en Facebook “Mario necesita ayuda”, para que emanasen los deseos de ayudar de forma masiva. En tres días se aglutinaron 2.500 deseos de ayudar en un acto solidario. Nuestros deseos elevaron las donaciones de médula ósea más de un 300%. Posteriormente, los medios de comunicación se hacen eco de la noticia y nuevamente emanan los deseos de ayudar de más personas.



Seguramente todos poseíamos ese deseo, pero hemos necesitado que alguien nos lo provoque. Incitemos a las personas a ayudar a los demás, porque según me consta, las personas lo estamos deseando, aunque no lo sepamos.



Gracias Alberto y Ángel Manuel por ser unos provocadores de deseos. Gracias Cintruénigo por dejaros provocar, y a Mario y su familia recordarle que los deseos se cumplen sólo si los deseas.